Sabores de Culiacán: Epifania conquista paladares con guisos y tortillas hechas a mano
Tras cerrar su tienda de abarrotes, Epifania Beltrán encontró en las tortillas y burritos caseros una nueva forma de salir adelante y conquistar a su comunidad


Después de más de una década al frente de una tienda de abarrotes en su propio hogar, la señora Epifania Beltrán, de 48 años, decidió cerrar ese ciclo y comenzar uno completamente distinto.
Hoy, su nuevo capítulo se llama Tortillería Lupita, un modesto, pero sabroso negocio de tortillas hechas a mano, burritos y caldos, que se ha ganado el paladar —y el corazón— de los vecinos de la Zona Dorada, en Culiacán.

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“Estuve más de 10 años con mi abarrote en casa, pero lo tuve que cerrar por falta de empleados. Fue difícil mantenerlo sola”, comparte Epifania.
El principal reto, encontrar un buen lugar
La necesidad de seguir trabajando y la voluntad de no quedarse de brazos cruzados la llevaron a emprender desde cero, esta vez en la calle, con una carreta que primero rentó y que ahora está en proceso de comprar.
Instalado desde diciembre sobre el bulevar del Lago, Tortillería Lupita —nombre elegido en honor a su hija— ofrece desde temprano tortillas de harina, de masa y de nixtamal, además de burritos de guisos variados y caldos caseros.
Su horario es de 7:00 a.m. a 5:30 p.m. de lunes a sábado, y los domingos de 7:00 a.m. a 2:00 p.m..
“Lo más difícil fue encontrar el lugar adecuado. Probé en otros lados, pero aquí me sentí bien. La gente me ha recibido con los brazos abiertos”, dice con una sonrisa.
Sus burritos de chicharrón, machaca, pollo en salsa verde, picadillo y otros guisos caseros ya son populares en el área. Y los fines de semana, el platillo de menudo se roba el protagonismo.
Su hija Lupita es la inspiración de su negocio
Epifania no está sola en esta travesía. Cuenta con el apoyo de una empleada que llegó por iniciativa propia buscando trabajo, y ocasionalmente su hija —la inspiración detrás del nombre del negocio— le echa la mano cuando el tiempo se lo permite.
“Lo más bonito es cuando la gente me dice que le gusta lo que hago, que fue buena idea poner algo aquí”, comenta Epifania, con evidente orgullo.
Con su sazón casero, esfuerzo constante y una actitud inquebrantable, Epifania demuestra que cerrar un negocio no siempre es el final... a veces, es solo el comienzo de algo mejor. Con su ejemplo y dedicación nos enseña un camino de paz.