Optimizar el optimismo
Concentremos nuestra energía social en aquello que creemos que es lo mejor: una sociedad cohesionada tiene más fuerza para exigir respeto a sus derechos
Con lo que ha sucedido en Culiacán durante estos tres días (si no es que cuatro o cinco) pienso en un significado de optimista sin consultar libros ni Google. Esto me viene a la mente: aquel que optimiza el tiempo vivido desde el optimismo.
La naturaleza, incluyendo la de nuestro cuerpo, optimiza la energía para que todo fluya como debe ser. Es decir, usa el mínimo necesario para que funcione. Por eso pienso en esta variante del multiverso de la idea optimizar el optimismo: el uso mínimo de mi energía para superar el “problemita”.
“Por ejemplo, la energía que utiliza el corazón de cualquier mamífero, incluidos nosotros, para bombear sangre a través del sistema circulatorio se minimiza en promedio. Es decir, es la más pequeña que podría ser”, escribe el físico Geoffrey West para ilustrar la optimización en los sistemas complejos.
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O en palabras del Diccionario Panhispánico: “Obtener el máximo rendimiento o provecho (con el uso preciso de energía, agrego)”.
Entonces, trazo una regla mental de aquí al último día de mi existencia y me pregunto, ¿cómo optimizar mi energía desde este día hasta el final en el entorno en el que vivo (además de dejar de fumar, claro está)?
¿Qué es lo importante? ¿Cuál es mi propósito de vida? ¿Qué necesito soltar para estar presente para mi familia y colegas?
¿En qué aplico mi energía?
El verdadero optimista
La palabra optimista proviene de una mezcla del latín optimus y el francés iste: optimiste.
Optimum, otra variante de la palabra, significa "lo mejor", y el sufijo -ista indica a alguien que sigue o practica una idea o actitud.
Así que, etimológicamente, puede decirse que optimista es "aquel que sigue o cree en lo mejor".
Entonces, sí podemos optimizar el optimismo. ¿Por qué? Porque optimizo mi energía en aquello que creo que es lo mejor.
Sé que el entorno de violencia daña a la sociedad y a la salud mental de las personas, así como su integridad y propiedades. Pero si no somos gobierno, ¿qué podemos hacer los ciudadanos?
Creo que podemos avanzar con optimismo y no con el pesar que nos desgasta, nos consume energía hasta colocarnos en la apatía.
Podemos ser optimistas para pensar que, al concentrarnos, ser creativos, colaborativos y consistentes, quizá cambiemos las cosas. Y optimizar nuestra energía en ello. En construir, en proponer, en innovar.
Optimicemos el optimismo: concentremos nuestra energía social en aquello que creemos que es lo mejor: una sociedad cohesionada tiene más fuerza para exigir el respeto a sus derechos.