¿Qué ciudades queremos?
Hoy la población es fundamentalmente urbana. Las ciudades consumen energía y recursos, pero también desarrollan economía y cultura, sin embargo, no las caracteriza el orden, planeación ni la justicia
Cuando nació el México Independiente, las poblaciones ubicadas en lo que hoy llamamos Región del Mar de Cortés apenas contenían una pequeña porción de los habitantes que somos hoy.
En sólo 200 años, hemos pasado de ser comunidades pequeñas y dispersas a una población que ha crecido 64 veces, transformando radicalmente la relación que tenemos con este ecosistema.
Entre Baja California, Baja California Sur, Nayarit, Sinaloa y Sonora sumamos casi 12 millones de habitantes; somos el 9% del país, sin considerar la intensa población flotante de Tijuana, Los Cabos o Mazatlán, por ejemplo.
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De este total, 7 de cada 10 personas se concentran en 13 ciudades de la región. Hoy, como sucede en el Planeta, somos creaturas urbanas, definitivamente.
Hemos prosperado gracias a la colaboración que se da en las ciudades y a la energía y recursos que hemos extraído de la naturaleza durante estos 200 años del México Independiente.
Que seamos 64 veces más habitantes que hace 200 años en la región del Mar de Cortés también significa un incremento en el consumo de combustibles, electricidad o alimentos, así como en la extracción de agua, minerales y explotación de suelos.
El crecimiento económico, pues, ha tenido un precio. Entre mayor es la población más deforestamos para que nuestras ciudades crezcan y para poder cultivar más alimentos.
Usamos más agua de la que se produce, emitimos toneladas de carbono en nuestras actividades productivas y cotidianas.
Terminamos con cerros para pavimentar calles y construir edificios.
La prosperidad aumenta conforme crece la población, pero al mismo tiempo, también surgen más problemas sociales y ambientales. Esto es la entropía.
Entre más grandes las ciudades, más rápido es su crecimiento
El científico Geoffrey West advierte que entre más grandes las ciudades, más rápido es su crecimiento. En otras palabras, nuestra población ha crecido y se ha concentrado en ciudades, las cuales crecerán aún más y de manera más veloz.
Si somos más, seguro podremos lograr mayor riqueza, pero también mayores afectaciones al ecosistema ambiental y social de Sinaloa, Baja California, Baja California Sur, Nayarit y Sonora.
El crecimiento descomunal de la población nos ha dado oportunidades, pero también nos impone una responsabilidad compartida.
En torno a estos antecedentes fueron las reflexiones del Summit 2024 Ciudades con futuro. Sin miedo a la acción, que convoca Foro Mar de Cortés, una organización sin fines de lucro.
Desde la vertiente de planeación y desarrollo urbano, participación ciudadana, hasta la conservación del medio ambiente y la innovación tecnológica, se exploró durante tres días, del 13 al 15 de noviembre, las posibilidades de diseñar ciudades en un horizonte de prosperidad compartida.
Resulta esperanzador que liderazgos de los cinco estados de la región se reúnan y muestren interés sobre el futuro.
Este presente problemático reclama desarrollar una visión de ciudades en la que las personas y sus relaciones estén en el centro y, para ello, es indispensable advertir la necesidad de hacer eficiente el uso de la energía y recursos que extraemos de la naturaleza y la inclusión social.
El equilibrio puede diseñarse.