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El modelo económico de China: ¿Capitalismo disfrazado o socialismo adaptado?

China ha adaptado un modelo propio para su ascenso económico a nivel global

21 abril, 2025
AC --
Por AC --
El modelo económico de China: ¿Capitalismo disfrazado o socialismo adaptado?
El modelo económico de China: ¿Capitalismo disfrazado o socialismo adaptado?

Por Mario Robinson Bours

Actualmente, el debate sobre los aranceles impuestos por la administración de Donald Trump domina la conversación pública, afectando inevitablemente nuestras economías.
Ante esta coyuntura global, resulta crucial comprender mejor el modelo económico de China, país protagonista de este conflicto comercial y cuya influencia global crece constantemente.

En octubre pasado tuve la oportunidad de realizar un extenso viaje a China.
Aunque ya había visitado anteriormente ciudades emblemáticas como Shanghai, Beijing, Shenzhen, Guangzhou y Chongqing, esta vez exploré localidades en el interior, incluyendo Lhasa (Tíbet), Changsha, Lijiang, Guilin y Kunming, entre otras.
El propósito además de visitar lugares turísticos, era evaluar si la prosperidad económica palpable en las grandes urbes también se reflejaba en las áreas rurales.
Durante mi recorrido constaté una realidad compleja:
Si bien el nivel de prosperidad no es uniforme, existe una notable mejora en la calidad de vida incluso en zonas más alejadas.
Aunque no observé pobreza extrema, la evidencia de progreso socioeconómico era clara.
Resulta particularmente impresionante cómo el gobierno chino ha logrado extender su presencia y eficacia administrativa hasta los rincones más remotos del país, algo que sorprende dada la vasta extensión territorial.

Un modelo híbrido: ¿capitalismo socialista o socialismo capitalista?

China se ha consolidado como una potencia económica global mediante un modelo híbrido que incorpora elementos tanto del socialismo como del capitalismo.
A pesar de mantener un férreo control político bajo la dirección del Partido Comunista, el país ha abrazado activamente mecanismos de mercado que desafían las definiciones tradicionales de ambos sistemas.

Las reformas de Deng Xiaoping y el socialismo de mercado

Hasta finales de la década de 1970, China operaba bajo un régimen socialista rígido, marcado por la planificación central y la propiedad estatal absoluta.
Con las reformas impulsadas por Deng Xiaoping en los años 80, China inició una transformación radical que permitió la inversión privada y fomentó el comercio internacional.
El lema ENRIQUECERSE ES GLORIOSO simbolizó el inicio de un crecimiento económico acelerado y un cambio cultural profundo hacia la apertura económica.

Empresas estatales vs. sector privado: un balance estratégico

El Estado Chino mantiene el control de sectores estratégicos fundamentales como la energía, telecomunicaciones y la banca mediante empresas estatales.
Sin embargo, sectores dinámicos como la tecnología y el comercio electrónico están liderados por gigantes privados como Alibaba, Tencent y BYD.
Este equilibrio refleja una estrategia clara: conservar el control de sectores críticos para la estabilidad nacional, mientras permite la expansión privada en áreas innovadoras y competitivas.

Logros y retos del modelo chino

Este modelo ha resultado sumamente exitoso en términos de crecimiento económico y reducción de la pobreza.
Más de 850 millones de personas han abandonado la pobreza extrema en las últimas décadas, una cifra sin precedentes en la historia mundial.

Comparativa con modelos capitalistas tradicionales

Mientras las economías occidentales, como Estados Unidos y las europeas, otorgan mayor protagonismo a las fuerzas del mercado y minimizan la intervención estatal, China demuestra que un modelo híbrido puede ser igualmente, o incluso más, efectivo.
La gran interrogante es si este sistema híbrido puede mantenerse a largo plazo sin comprometer el crecimiento económico o la estabilidad política.

Conclusión: un camino propio

China ha desafiado las definiciones convencionales de capitalismo y socialismo, adoptando un modelo propio que ha impulsado su ascenso económico a nivel global.
¿Estamos ante una adaptación pragmática del socialismo a las exigencias del mercado globalizado, o frente a una versión regulada y controlada del capitalismo?
La respuesta dependerá, en gran medida, de cómo evolucione la dinámica política y económica china en las próximas décadas.

Cierro este escrito:
Frente a esta realidad, surge una pregunta clave para nuestro país:
Ante la disputa comercial actual entre Estados Unidos y China, ¿hacia dónde debería inclinarse México?
¿Es estratégico seguir alineados económicamente con nuestro vecino del norte, o es momento de explorar nuevas alianzas comerciales con la emergente potencia asiática?
Esta decisión será crucial para definir el futuro económico y comercial de México en las próximas décadas.
Desde mi perspectiva, y sin lugar a dudas, por el momento México debe seguir mirando hacia el NORTE.