San Javier y el turismo en zonas rurales, una opción factible
San Javier, San Ignacio, Sinaloa. Un lugar imperdible. Tienes que darte la oportunidad de conocer las maravillas que te ofrece.
Dr. Xicoténcatl Vega Picos
Fue un fin de semana largo, primero un viaje a Los Mochis por cuestiones de trabajo, regreso a Culiacán para una parada técnica en casa y el mismo día salir a mi terruño San Javier, San Ignacio.
Llegamos tarde, era de esperarse, tan solo de Los Mochis a San Javier son como 5 horas sin parar.
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Eso era lo de menos, el chiste es que iniciamos el sábado despertando en la Mezcalera, y no nos despertó cualquier ruido, en ese pintoresco pueblo te despierta el canto de las aves, pueden ser hurracas, chachalacas o parvadas de pericos rondando en busca de alimento y otros cantos plumíferos.
Ese sábado por la mañana me encontré a mi hermano Netza barriendo su porche, no hace otra cosa, en cuanto pones un pie sobre el mismo ya tiene la escoba, creo que quisiera que flotáramos, pero eso no se puede, ni con los poco más de 10 kilogramos que ya bajamos. "El Chacuaco" llegó un poco más tarde, siempre diligente con lo que pudiésemos ocupar.
Platicamos de todo, al menos yo tenía un poco más de dos meses que no estaba con ellos, como buen mitotero el "Chacuas" me enseñó un video del "Pionto" cantarín que va a dar mucho de que hablar ahora para el ya próximo testamento de Semana Santa.
Finalmente me fui a mi casa, y me preparé para irme a caminar. La idea era caminar en el campo de beisbol, pero afortunadamente cambié de parecer y decidí irme por al río por el camino del Cerrito, ese que forma parte del “camino de San Ignacio camino de San Javier” de la famosa canción “El Quelite”.
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Salgo al multicitado camino y me topo con el “Güeyo”, caminamos un tramo juntos y saludamos al “güerillo de la Englantina” y su esposa Celina, más adelante me toco saludar al “latas” y al Eduardo “Panadero”, charla corta.
Antes de llegar al panteón me topé con la “Lita”, Ofelia y Víctor, igual que antes, un rato platicando y por fin llegué al panteón, me abordó el Oscar, Georgina, Mary y otras personas más. El Güeyo se fue, era mucha la plática.
Seguí mi camino rumbo al río Piaxtla, sobre el mismo ves una capilla de mi tío Isidro, esa es la seña para tomar la desviación, a un costado se ven los vestigios de una de las principales actividades del pueblo: elaboración de ladrillo y tejas.
Una vez en el río me topé con un importante número de aves acuáticas alimentándose en una parte somera. Ibis blancos, Garzas dedos dorados y
Cormoranes a la distancia.
Di vuelta para seguir el paso de regreso, siempre por la orilla, caminando entre piedras y jarillas, mientras miraba algo más de vida silvestre, la recompensa fueron parvadas de Urracas, Chachalacas, Caciques, un Garzón cenizo, y una Espátula Rosada, entre otros bichos.
Una caminata de una hora, nada mal para una pajareada combinada con un poco de ejercicio. Lo tenía que hacer, pues en la tarde venía una tanda de carne asada, esa la prometió el Hectorín Vega “2”, quien venía de Mazatlán.
Una buena tertulia acompañado por la familia, en sana distancia, con un clima inmejorable. Se terminó la noche con la promesa de realizar una caminata en compañía del Hectorín y su hijo el “Hectorín 3”.
El siguiente día, temprano por la mañana llegaron los “hectorines”, nos armamos de una binoculares y caminamos el mismo trecho que el día anterior, pero en esta ocasión las aves se lucieron, algunas iniciando con su plumaje reproductivo, que en próximos días será aún más llamativo.
El mismo recorrido del día anterior se realizó en dos horas, no teníamos prisa, pero si una muy buena platica.
No voy a decir que se tienen muchos pueblos como San Javier, porque nuestro terruño es único, pero si existen otros lugares pintorescos en la geografía de Sinaloa que también tienen algunos atributos como los de mi pueblo en donde se podría promover el turismo rural.
Por ejemplo, ¿qué tiene San Javier para que sea un pueblo tan especial?. Sin lugar a duda es su gente, son trabajadores, amigables, dicharacheros, tranquilos y abiertos a la ayuda, entre otros atributos. Luego sigue su iglesia, única en su tamaño.
El museo “Ricardo Vega Noriega”, lleva el nombre de mi padre, tiene un acervo histórico importante en donde se pueden apreciar diversas piezas históricas, en especial una pintura mural de varios siglos de antigüedad; lo otro es su arquitectura, con casas antiguas y muy bien arregladas; su río con atardeceres espectaculares arriba de la Lomita, un mirador natural que vigila el caserío; sus artesanías, incluyendo piezas de alfarería; otro atractivo es la elaboración de escobas y trapeadores y puedes degustar las famosas “Paletas del Pueblo de Juanita”, otra enamorada de su San Javier.
Una visita de fin de semana puede favorecer la economía de este pueblo, tienen también algunas casas que reciben huéspedes, restaurantes, porque les aseguro que un día no es suficiente.
La belleza natural que tiene su entorno, que incluyen las aguas de su río Piaxtla, el arroyo de Cabazán, sus cerros y diversos paisajes que lo engalanan lo hace una opción viable para aquellas personas que gustan de espacios privilegiados para el contacto con la naturaleza y su gente.
Si eres bullanguero y te gusta la fiesta tendrías que esperar a Semana Santa y su tradicional fiesta de la Taspana. Sin embargo, por cuestiones de la pandemia te recomiendo ir en otro tiempo.
Favorecer el turismo rural con las medidas sanitarias pertinentes es una opción viable para muchos pueblos de la entidad, aprovechemos estos espacios al mismo tiempo que ayudamos a las familias que los habitan.
Con cuidados y de manera responsable se puede.
Visiten la Capital del Mundo, estoy seguro de que les gustará, ¡qué gustará, les encantará!.
Fotos: Antonio Lafaryet
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