José Guadalupe y Mélida, un amor que creció con el pueblo de Villa Juárez

Salieron de la cuadrilla y tras muchos años de jornaleros pusieron la primera tortería de Villa Juárez. Por 39 años es deleite de residentes y trabajadores migrantes.

Cuando llegaron los primeros evacuados de la presa de Sanalona a Campo Gobierno, José Guadalupe venía embolsado en el útero de su madre. Apenas repartieron los solares y ahí nació en medio del barrial y los pantanos. Fue de los primeros colonos que nacieron en el nuevo asentamiento de lo que hoy es Villa Juárez.

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En 1945 aquello era un pantanal lleno de mosquitos, las tardes de verano eran insoportables por el calor y los zancudos, si acaso el corte de pitayas les daba nuevas alegrías. A 30 metros frente al solar que les dieron empezaba la laguna llena de tule. Nadie le veía futuro a ese espacio, fueron los solares de la orilla, y ahora es la calle principal donde tienen la tortería más vieja de Villa Juárez.

José Guadalupe Flores Acosta ya tiene 72 años, nació al parejo de la formación de Villa Juárez, él es un testigo viviente de todo lo que ha sucedido en el poblado. Le tocó ver a los primeros trabajadores migrantes que llegaron a los campos de hortalizas, y de ahí agarró partido. Había mujeres para escoger y se quedó con lo mejor que llegó del rumbo de Mocorito.

Ahí en las Cupías, junto a las casas, los griegos abrieron un campo tomatero. A pocos metros de la casa de José Guadalupe estaba el trabajo. Con el auge legumbrero, que estaba alcanzando el valle de Culiacán, en 1969 llegó Mélida Cárdenas Olivas, con apenas 21 años de edad, desde los 8 años ya era jornalera.

Los primeros migrantes a este valle fueron de Sinaloa. Mélida es originaria de La Noria Mocorito, su papá era mayordomo en el campo donde fue a pedir trabajo José Guadalupe. Apenas divisó a la muchacha y le echó el ojo para agarrar parentela. No dejó de terquear hasta que la hizo su novia.

“Para quedar bien yo le ayudaba a sacar las tareas del surco” dice entre risas José Guadalupe. En ese punto de la entrevista sueltan la carcajada sus hijas. Es ahí cuando la señora Mélida explica que su enamorado no servía para cortar tomates, porque llenaba la cubeta de puros tomates tiernos y verdes, que luego tenían que tirar y esconder, para que nos viera el patrón. Ahí descubrieron que era daltónico, que no sabía distinguir los colores, por eso siempre le ayudaban a terminar la tarea. Pero era buena gente.

Con esa bandera se la navegó. Y 9 meses después, el 12 de julio de 1970 ya estaba frente al altar haciendo votos en La Noria Mocorito. Ya casados, José Guadalupe y Mélida se quedaron a vivir en Campo Gobierno, que después fue llamado Villa Juárez. Siguieron de jornaleros, pero en 1974 José Guadalupe quedó como sucesor de la tierra de su madre y ahí la vida empezó a mejorar.

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Cuando José Guadalupe tenía 33 años Villa Juárez ya era un hormiguero de trabajadores. Cansados de andar en los surcos decidieron emprender con un negocio. Mélida quería poner una lonchería con menudo y pozole, pero se dieron cuenta que las tortas se vendían más fácil. Ahí en un cuartito de lámina de 3x3 metros, con el apoyo de las hijas mayores, empezaron a hacer tortas para vender a los trabajadores.

Cuenta Mélida que no lograban darle el punto, por lo que fueron a la ciudad de Culiacán a comprar tortas a cuanta tortería pudieron visitar. Y probando tortas encontraron la que más les gustó. “La probé y la “saborié”, y dije, no pues así las voy a hacer, y vine e hice las especies a como yo creía y sí, ya empecé a vender”, dice entusiasmada.

Después de probar muchos horarios decidieron abrir su lonchería a partir de las 5 de la tarde. No han parado con el negocio desde hace 39 años. Con un dejo de satisfacción Mélida dice que lo que más alegría le da, es recibir visitantes de otros estados, que se asombran porque todavía tiene el negocio, le dicen que ellos llevaron a su novia a comer tortas ahí, y ahora llegan cargando hasta nietos.

Mélida y José Guadalupe ya tienen 59 años de casados, juntos procrearon 3 mujeres y 2 hombres. Han vivido una vida con tranquilidad y muchas alegrías. Desde que pusieron la tortería han atendido a miles de enamorados y trabajadores migrantes.

Todavía sus tortas son preferidas en los empaques y campos legumbreros, celebran 39 años con el negocio. José Guadalupe y Mélida son un amor que creció con el pueblo. De ahí no piensan retirarse.

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