Esta es una historia de progreso, de cómo aprenden las personas con discapacidad a hacer sushi.
Por: Kenia Meza
Alguna vez te has preguntado: “¿qué tan afortunado eres?”, la clave detrás del emprendimiento social.
Una experiencia que se transformó en el puente para dotar de oportunidades a un sector vulnerable en la Ciudad de México. Hoy el emprendimiento con trabajadores Down presume ser un caso de éxito.
En México, las 480 horas de servicio social son obligatorias para poder liberar el título universitario. Por lo que Hugo Moreno, como es de costumbre para algunos estudiantes en el país, decidió participar en la Fundación Cedac A.C., debido a la cercanía que tiene con su hogar.
De esta manera, en compañía con una de sus amigas, implementó un sistema de hidroponía dentro de la fundación. Todo marchaba como debía ser, terminaba sus horas de estudio, los miércoles acudía a la fundación, cumplía con sus horas, y se retiraba para tener la tarde libre para hacer lo que quisiera. Sin embargo, algo cambió.
Su perspectiva de “hacer el servicio social sólo para cumplir con el requisito”, dio un giro de 360 grados al conocer a las personas que se preparaban en la Fundación Cedac; individuos que presumen de poseer una trisonomía 21.
Lee: La realidad detrás de la trisomía 21
Durante el Change Maker Day en Culiacán, el biotecnólogo Hugo Moreno explicó que antes de participar en esta fundación, estudió un poco sobre sus actividades, por lo que no le resultó complicado trabajar con personas con síndrome de Down.
Estas personas eran las encargadas de hornear pan, así como de tomar clases diseñadas para ellos. Sin embargo, al poco tiempo de la instalación del sistema hidropónico, los alumnos ya eran capaces de manejarlo sin el apoyo de Hugo, y fue en ese momento cuando la magia comenzó. La consciencia sobre su capacidad fue el bastidor para dibujar una idea.
De ahí que el sistema hidropónico se convirtió en un nuevo ingreso para la fundación, aparte del pan y de artículos de bisutería. Entonces, “estas personas dejaron de ser nada más personas con las que yo trabajaba, y se convirtieron en mis amigos”, expresó.
Conociendo las estadísticas, Hugo Moreno se cuestionó sobre la idea de ¿cómo era posible que solamente 2 de cada 10 personas con discapacidad puedan conseguir un empleo?
Y ese pensamiento, que se convirtió en algo constante en su día a día, fue el causa para la creación de 21 Maki. Una idea que nació como una oportunidad para darle trabajo a sus amigos y ayudarles a cumplir sus sueños.
Consciente de lo anterior, Hugo Moreno decidió compartir la idea con el grupo familiar, y entre risas comentó que una tía de él lo alentó a seguir por este camino, una prima le regaló las tarjetas de presentación, y así sucesivamente se fue dando el apoyo.
Entonces, basado en la mitología sobre el grupo de las tías donde se comparten las imágenes de la caricatura de piolín o alguna religiosa, su tía Gina compartió la imagen que anteriormente Hugo había compartido en el grupo familiar.
De esta manera, una de las amigas de su tía, decidió contratar sus servicios para Navidad. “Esta increíble el proyecto, pásame el teléfono de Hugo”, al contactarlo le comentó “quiero que ustedes sean la sorpresa en mi cena de Navidad”, y rápidamente, aunque un poco pesado, el emprendedor buscó por todos lados lo necesario para poder elaborar una cotización.
Esto quiere decir que, Cristina, la amiga de la tía, fue su primer consumidor, la primera persona que creyó en ellos al decirle que “si alguno de sus invitados se siente inconforme con su presencia se puede ir”. Y la cena fue todo un éxito.
21 Maki, un caso de éxito
21 Maki, es un restaurante de sushi con 21 especialidades, donde sus alimentos son producidos por las manos de personas con síndrome de Down, y ofrecen un servicio de calidad a sus clientes.
Lo más importante, rompe un prejuicio social. “¿Habías pensado que una persona con discapacidad podría preparar sushi?”. Y este restaurante lo hizo, al demostrar que sí lo pueden hacer.
En otras palabras, ofrecen un empleo a un sector vulnerable de la población. Una persona con discapacidad que a lo mejor no tiene recursos para cumplir sus sueños.
Hugo Moreno, destacó que para poder que una persona con síndrome de Down sea productiva es un empleo, es clave la capacitación constante para que dicha actividad se convierta en un hábito.
Y sobretodo, teniendo en cuenta que no era posible emplear a todos sus amigos de la fundación, decidió convertir su negocio en un modelo circular, por lo que, diversos productos que se venden en el restaurante, son productos creados por sus amigos de la fundación.
De esta manera, cuestionó a la audiencia “¿te has preguntado lo afortunado que eres?”. Y bajo esta interrogante formuló el concepto de emprendimiento social:
"Ser emprendedores sociales… se trata de ver en dónde está la capacidad que tú puedes hacer para generar el cambio; ¿qué puedo hacer yo? que a lo mejor otras personas no pueden hacer y que podemos cambiar.Esta es la tarea: preguntarse qué tan afortunados somos y la manera en la que podemos ayudar al prójimo.
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