El rechazo de su hija fue el regalo de las drogas para Irene Ramírez

Si bien Irene Ramírez no abusó de sus hijas, las drogas la cegaron y le quitaron la dicha de verlas crecer y aconsejarlas como madre.

Por: Kenia Meza

Cada historia es diferente. Pero en el mundo de las drogas terminan en un mismo fin. Irene Ramírez fue una mujer que vivió muchas carencias, violencia y abuso sexual a la corta edad de 6 años. Y tras no sentirse querida por su padre y llenar su alma con resentimiento, creyó que drogándose podría conseguir su meta: tener una familia amorosa.

“Yo corro y abrazo a mi hija la de 18 años (...) ‘no me abraces’ me dijo, y le dije yo ‘¿pero por qué hija?’, ‘porque no te imaginas el daño que me hiciste’, me dijo. ‘Todo el tiempo nos engañaste, nunca me dijiste que te drogabas’. ‘Y sin embargo, eres una drogadicta’ me dijo. ‘¿Y sabes qué?’ me dijo ‘me has destruido mi vida, me has destruido mi mundo, me has destruido mis ilusiones’”, confesó con el corazón en la mano, Irene Ramírez.

“¿No pasa nada?” se pregunta la asociación Malala Academia en relación a los efectos de las drogas en los jóvenes, en sus familias y en su ciudad. Y para mostrar la realidad de este mundo, nos comparte el testimonial número trece de la serie.

Conoce su historia completa:

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Con esta campaña de prevención, Malala Academia busca generar conciencia sobre el consumo de drogas, el daño que provoca, y todo lo que pierden las víctimas de las drogas.

De esta manera, exhorta a la sociedad, medios de comunicación e instituciones a sumarse para disminuir los niveles de drogadicción en México. Y tú, ¿crees que “No Pasa Nada”?.

Comprender las causas de los abusos no es una tarea fácil, por ende es común que la víctima se convierta en una persona indiferente con la vida. “Si era la persona que tenía que cuidarme de niña, era el hombre que tenía que ver por mi; ¿por qué todo el tiempo nos hizo daño?” Fue la duda que atormentó a Irene por muchos años hasta que, al ver muerto a su padre, se dio cuenta del tiempo perdido en acumular coraje en lugar de sanar sus heridas y poder escuchar lo que siempre anheló… “que la amaba”.

Si bien Irene Ramírez no abusó de sus hijas, las drogas la cegaron y le quitaron la dicha de verlas crecer y aconsejarlas como madre. Y no fue hasta que su hija de 18 años la rechazó, que esta mujer descubrió el infierno en el que se encontraba.

Ahora, Irene enfrenta una batalla para desprenderse de las drogas. El deseo de abrir sus brazos y que su hija se sienta segura abrazada, es lo que la motiva a seguir adelante con su tratamiento. Esta vez la libró de las drogas- Ahora espera que el rechazo camine por la ruta de la reconciliación.