Lopus Diarakatos, el Artista de Navolato.
Por: Jacqueline Sánchez Osuna
El artista plástico ha ganado reconocimiento público por grandes obras realizadas al interior del país. En Navolato hay arte y hay artista
Son las 11:00 de la mañana y a la distancia se vislumbra una figura humana sobre una bicicleta cromada. Ataviado elegantemente con un sombrero de palma y una fina bufanda.
Es Lopus Diarakato. El artista sinaloense de gran renombre. Sencillo como muchos. Talentoso como nadie más.
Nacido en Navolato a principios del mes de junio de 1950 José Guadalupe Castro hijo de Ramón Castro y Guadalupe Medina, fue desde niño un estandarte de la curiosidad.
Inició dibujando en las paredes de su casa. Una casa muy humilde con paredes de lata, encaladas con un preparado de mucílago o baba de nopal para su adeherencia.
Echando a volar la imaginación Lopus encontraba formas artísticas entre las grietas. Rayaba las paredes entre los constantes regaños de su madre doña Lupe.
Ella no entendía que no eran simples rayones. Era arte en su proporción y escala doméstica. Una forma de expresión regalada para su deleite.
Aún siendo un niño era su forma de fugarse de una realidad que a veces no le gustaba. Lo que mejor se le da a Lopus es el uso de la imaginación. Es un hombre con gran caudal, mente abierta y polifacético en el arte.
Igual crea e instala arte en una institución, que hacer una escultura o grabado en relieve. Para no aburrirse utiliza la pintura, o hace una obra poética de cualquier conversación trivial.
Diarakato es un artista en toda la extensión de la palabra, aún cuando él mismo considera que ser artista en Sinaloa es un desperdicio, casi una tragedia. “Hay una incomprensión enorme. Yo soy reconocido en todo el país menos en Navolato”.
Pero como nadie puede ser profeta en su tierra todos los premios de los que ha sido merecedor asegura, con un dejo de tristeza, que en Navolato nadie se dio cuenta.
“Y si te preguntas ¿Qué estoy haciendo aquí? vine para hacer un reconocimiento a mi padre”.
A sus 70 años Lopus reconoce con melancolía que por “andar buscando la gloria” a veces los hombres se olvidan de que tienen padres.
“Se va uno con la pasión a triunfar. No se me olvidaron (mis padres), pero no pasé más tiempo con ellos como debí haberlo pasado. Por eso hoy quiero rendirles un homenaje”, señala con orgullo.
Lopus asegura que su padre es una verdadera revelación en el mundo artístico. original y auténtico. Un hombre primitivo.
“Yo he tenido que fingir cierto primitivismo para hacer un homenaje a la cultura que entra en lo folcklorico, que es la nuestra, los indios Tahues, mi padre fue un artista y ahora me toca rendir honor a sus antepasados”.
“Quiero hacer esto como una especie de disculpa para mi padre, haré una especie de museo de sitio. Una capilla dedicada a él, una especie de metáfora que me recuerde a él. Poner todas sus cosas, sus trabajos, sus esculturas.... Es mi deber”.
Sostiene que el arte es una locura con permiso. Y para muchos residentes de Navolato Lopus simplemente es un “loco”. Con todo lo que digan, lleno de sueños, anhelos y creaciones, considera que la gente sin arte no puede vivir.
De su paso destacado de arte en Navolato, fue el creador del mural que honra a la cultura Tahue en el edificio del Palacio Municipal. De los relictos de álamos derruidos con el tiempo, una vez, de un gran tronco creo “La Ballena de Jonás”, que colocó frente al templo en la plazuela, poco duró en el lugar ante el rechazo sacerdotal. La monumental obra fue expulsada frente al Seguro Social, donde fue vandalizada y culminó incendiada.
Por la carretera internacional, al sur de Sinaloa, ahí junto al Limón de los Peraza, en un cerro al pie de la carretera está el “Gran Petroglifo Coltzin”, que él cinceló en la roca. Con frecuencia publican fotografías de la obra en redes sociales preguntando su autoría y significado.
Se considera a sí mismo un “loco”, “pues solamente pasa a la historia aquello que es diferente”, y él ya forma parte de la historia. De la historia de Navolato.
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