El homicidio trae consigo algo más que la muerte de una persona. Desintegración familiar, estigmatización, miedo y destrucción económica son algunos de las consecuencias.
Por: Jacqueline Sánchez Osuna
El homicidio trae consigo algo más que la muerte de una persona. Desintegración familiar, estigmatización, miedo y destrucción económica son algunos de las consecuencias.
Martina Domínguez es una mujer que se ha convertido en víctima de un homicidio. Ha ido muriendo de poco a poco desde hace siete años. Empezó a morir cuando Ramón, el mayor de sus hijos fue llevado con rumbo desconocido por un grupo de hombres armados. Lo mantuvieron privado de la libertad por al menos tres años.
Hace a penas unos meses que Martina dio con el paradero del cuerpo de su hijo. Y ahora vive solo porque tiene que vivir.
"Mi vida se terminó cuando me levantaron a Ramón. Desde ese día en 2014 mi vida se acabó. No paré de buscarlo de día y de noche, en todas partes con toda la gente que lo conocía".
Martina sintiéndose culpable por la desaparición de su hijo se infringía un castigo a ella misma. Desde ese 2014 dejó de tener un sueño reparador, la comodidad del colchón de su cama fue sustituido por la frialdad del piso, los tibios alimentos los cambió por un trozo de pan y unos cuantos bocados de frijoles.
"No me podía permitir dormir en una cama caliente o comer un platillo delicioso sabiendo que mi hijo no estaba a mi lado. Yo no sabía si comía o dormía. Es un dolor que llevo en el alma", comenta con voz entrecortada y los ojos al borde del llanto.
Con el paso de los años esta abrumada madre aprendió a sobrevivir con mínimo alimento, un poco de aseo personal y durmiendo poco. Sin darse cuenta estaba destruyendo a su familia.
El pasado mes de enero su búsqueda terminó. El cuerpo de Ramón fue encontrado en las veredas de una comunidad de Culiacán y junto con ello Martina encontró una hiriente realidad. Una familia destruida y el mayor dolor de haber perdido a sus otros dos hijos.
"Cuando encontré el cuerpo de Ramón fue como si despertara de una terrible pesadilla. Pero desperté solo para descubrir que ya no tenía nada por qué o por quién luchar. Mi matrimonio se terminó. Mis dos hijos vivieron abandonados todo este tiempo. Me dediqué a buscar a un hijo abandonando a dos más". Con dolor reconoce la mujer.
Asegura que ahora no tiene más razón para vivir. Pero que vive porque no tiene más opción.
"El día que mataron a mi hijo también me mataron a mí. He venido muriendo de poco a poco. Ahora no soy ni la mínima parte de lo que un día fui. Ese homicidio acabó también con mi vida". Asegura.
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Juan Carlos Juárez Cruz, Director para México del Instituto para la Economía y la Paz
Así como la pérdida de Martina trajo consigo un evento destuctivo con efectos familiares y psicosociales todos los homicidios traen consigo ese mismo efecto.
Juan Carlos Juárez Cruz, Director para México del Instituto para la Economía y la Paz asegura que el homicidio trae eventos que distorsionan el comportamiento social y económico de una ciudad, produce miedo, fragmenta y paraliza.
También estigmatiza y margina a las victimas por lo que se perpetúan los ciclos de violencia.
De acuerdo con el especialista que presentó su ponencia durante el Informe de Paz organizado por Construyendo Espacios para la Paz los principales retos a los que se enfrenta la ciudadanía es evitar acostumbrarse al homicidio como una "normalidad" que en realidad solo flagela a la sociedad; Mejorar los registros e indicadores que harán que Culiacán pueda salir del listado de las 50 ciudades más violentas del mundo.
Tener nuevas narrativas a favor de la vida y la dignidad así como la realización del acompañamiento de las víctimas y sus familias.
Juárez Cruz asegura que el desafío es grande. Sin embargo si se trabaja de manera coordinada entre sociedad, organizaciones civiles y gobierno se podrá tener mejores resultados.
Verónica de León de Cuetos, directora de Déjalos ir con amor.
Por su parte Verónica de León de Cuetos, directora de la Asociación Déjalos Ir Con Amor asegura que el duelo en las familias que han sido víctimas de un homicidio es mayor.
"Son más las preguntas que se quedan sin respuesta cuando se ha sido víctima de un homicidio", asegura la especialista.
Esas devastadoras consecuencias cambian la vida de la sociedad, de las familias y de un municipio como el de Culiacán en donde también resultan afectados la economía, destruye familias, lo que fomenta el rencor así como otros delitos, violencia familiar, el ámbito académico e incluso el turismo. Esto según la experiencia de Mauricio Meschoulam, Internacionalista en Políticas Públicas y Administración con especialidad en Terrorismo, Mediación y Paz.
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