Los barriqueros se encargaban de surtir el agua a los hogares. Recorrían las calles arreando a los burros que jalaban carretas cargadas de barricas llenas de agua.
Por: Jacqueline Sánchez Osuna
Los barriqueros se encargaban de surtir el agua a los hogares. Recorrían las calles arreando a los burros que jalaban carretas cargadas de barricas llenas de agua.
Dicen que corrían los años de 1950 cuando por las empolvadas calles de Navolato se veía pasar a algunos señores con sus carretas jaladas por burros. Esas carretas iban cargadas con algunos barriles de madera sujetos por aros anchos de metal o "zunchos", y cerradas con tapas planas, también de madera, llamados "fondos" con capacidad de 200 litros.
Iban cargados de agua y recorrían el poblado jalando a sus burros para que no se ataimaran y llegaran a tiempo a donde las señoras los esperaban para tener la indispensable agua para beber.
Jesús Arturo Alcaraz Soto, autor del libro “El Navolato de Ayer” señala que los barriqueros fueron de gran importancia para los habitantes de Navolato. Esos hombres que fueron sustituidos por los vendedores de agua purificada, hacían gala de la creatividad e invención. Se las ingeniaban para sacar agua limpia del río.
Alcaraz Soto asegura que hacían un pozo en la arena, el cual llenaban por filtración y al llegar el agua a las viviendas las señoras tenían unos destiladeros donde se colocaría el agua directo de las barricas.
El destiladero es un recipiente de piedra alargado y hueco en donde vaciaban el agua que se filtraba por goteo y caía en una olla de barro tapada con un plato al que se le hacía un hoyito para que por ahí se fuera el agua a la olla en mención y que por ser de barro siempre estaba fresca. Esa era el agua que bebían.
Para las demás necesidades había norias o bombas de pichel que les proveía el agua para bañarse, lavar ropa, regar las plantas y realizar todos los quehaceres del hogar.
A pesar de que han pasado ya bastantes años de aquellos ayeres aún el día de hoy se puede encontrar a muchas personas que recuerdan esos años mozos de su Navolato.
Debido a que el oficio de barriqueros tendrá tan solo unos años de haber desaparecido no pueden olvidar cuando Don Ricardo Hernández, “El Chilero”, Don Tranquilino y Don Toño Salas salían de sus casas en uno de los callejones cerrados de la colonia Nayarit y se dirigían diariamente al río por allá rumbo a la vivienda del señor Ramón Valenzuela por la parte del bajío para surtirse de agua y luego ir casa por casa para distribuirla.
¡Oh que recuerdos! Cuando los burros y las carretas eran los que cargaban el agua y a cambio de unos cuantos centavos eran los barriqueros un oficio de primera necesidad.
Hoy ya no hay barriqueros en Navolato. Tampoco es común encontrar burros ni carretas por la ciudad. Lo único que les queda es el recuerdo de un buen trago de agua con sabor a olla de barro.
Esa que trae a la mente lo que para ellos fueron los mejores años de su Navolato. Donde podían carecer de casi todos los servicios, pero donde no faltaba un vaso de agua y una silla para el que llegaba de visita. ¡Pásele, que el agua de la olla está muy fresca!
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