Desde jovencita, Vianey descubrió que en sus manos tenía el talento de la belleza. Hoy se dedica a embellecer a las mujeres de Culiacán.
Por: Jacqueline Sánchez Osuna
Desde jovencita, Vianey descubrió que en sus manos tenía el talento de la belleza. Hoy se dedica a embellecer a las mujeres de Culiacán.
Jugar al salón de belleza bien podría parecer solo un juego de niños, sin embargo, puede ser una demostración de un interés genuino por un oficio.
Así sucedió con Vianey Alvarado, quien desde pequeña creció en un mundo de tijeras, espejos, maquillaje y color.
Su madre, Mary dedicaba su tiempo a trabajar en su estética mientras Vianey le hacía señalamientos de qué hacer para que las clientas se fueran satisfechas.
Fue entonces cuando Mary descubrió que su hija tenía talento y que no era solo una ocurrencia de niñas.
“De niña crecí en el salón de mi mamá, siempre muy metiche, quería ayudarla, le decía cuando algo le quedaba bien o qué hacer para que le quedara mejor el trabajo. Cuando las clientas se iban me regañaba, porque decía que ella sabía lo que hacía y que iban a pensar que no hacía bien las cosas”, dice entre risas al confesar que siempre sintió el interés por este oficio.
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Así fue como su madre la instó para estudiar algún curso de cultura de belleza. Vianey era la más emocionada y asistía con gran ánimo a cada clase en donde resultó ser la más joven de las estudiantes y mejor aún. La más destacada.
Sus compañeras y maestras le pedían que les realizara el trabajo. Confiaban de tal manera en ella, que estaban dispuestas a dejarse embellecer por su joven compañera.
Así fue como poco a poco fue entrando a este maravilloso mundo de la belleza.
Cuando tenía 19 años dejó su hogar para unir su vida a la de Jesús Alberto Beltrán, un hombre que ha puesto toda su dedicación y empeño a quererla y apoyarla en todo lo necesario para que logre sus sueños profesionales.
Al llegar a vivir a la Toledo para iniciar su matrimonio se hizo amiga de algunas vecinas, que al enterarse que sabía cortar el cabello y hacer trabajo de colorimetría rápido le pidieron el servicio.
Nerviosa por iniciar de cero, pero con el deseo de hacer lo que le gusta, colocó un pequeño espejo en una de las paredes junto a la ventana de su pequeña casita y ahí sentó a su primera clienta en una silla de plástico.
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“Aquí en un pedacito de mi casita fue donde colgué un espejito, nada más tenía un espejo, una silla de plástico y unas tijeras. Pero era lo que tenía así que empecé poco a poquito” recuerda aquellos tiempos a la distancia.
Vianey recuerda que las voces de la fama le llegaron después de esos primeros trabajos. Las clientas de toda la colonia empezaban a llegar y hasta hacían fila para esperarla y recibir su servicio.
Al grado de que siempre que su esposo llegaba de trabajar, la casa estaba llena de mujeres haciéndose algún trabajo de belleza.
Entre risas, señala que su esposo se sentía incómodo con tantas mujeres en su casa, por lo que con el aguinaldo de su trabajo decidió hacerle un cuartito exclusivo para que recibiera a sus clientas que ya se habían convertido en sus amigas.
Así fue como empezó su historia en la Toledo. Habrá pocas mujeres de la colonia que no haya pasado por sus manos para embellecerse.
Ya sea, que se hayan hecho algún corte, rayos, luces, uñas, pedicure o cualquier otro servicio de los que ofrece, pero todas la reconocen como una de las mejores.
Así empezó su historia. Ahora su emprendimiento pasó a ser una sala de belleza en donde las clientas tienen que apartar cita para ocupar un lugar de su apretada agenda.
Ahí, dentro de esa estética prácticamente ha criado a sus cuatro hijos, Jesús Alberto, José Carlos, Emiliano y Sebastián. Ellos pacientemente esperaban a su mamá para que, al terminar algún corte de cabello o entre los tiempos del proceso de algún cambio de color, les ayude a hacer la tarea o incluso, les prepare algo delicioso para comer.
Ahora sus hijos ya están grandes, pero han entendido que a base de dedicación y esfuerzo pueden lograr cualquier sueño que se propongan en la vida.
Un día Vianey soñó con tener su propia estética. Ese sueño hoy es una realidad, porque realmente los trabajos que realiza son dignos de una artista.
Su orgullo es que siempre deja salir a sus clientas satisfechas con cambios de look, que las hacen irreconocibles derivado del talento de sus manos. 19 años de experiencia se dice fácil, pero requieren de un gran esfuerzo tanto de ella como de su familia.
Vianey es en la Toledo una artista de la belleza femenina.