Fernando no es solo un aficionado del baseball, un estudiante brillante, el director de una academia de niños. Es un héroe que pavimentó el camino para todos aquellos que sueñan en grande y trabajan incansablemente para convertir sus sueños en realidad.
Por: Saúl Vela
En el camino de la vida, algunos nombres hacen que pienses que puedes ser mejor, el ejemplo de esos nombres son una guía hacia destinos de inspiración y grandeza. Uno de esos nombres es el de José Fernando Prieto Baltazar, un hombre cuyo viaje se define en perseverancia, determinación y triunfo. Su historia trasciende las líneas de un relato común, porque su camino ha sido tejido con los hilos dorados de pasión, esfuerzo y una ética laboral inquebrantable.
En la universidad, Fernando destaca como una figura icónica como un líder del mañana. Su presencia encarna la conjunción perfecta entre el deporte y la pasión por el conocimiento. Pero su historia no empieza aquí, en las aulas iluminadas por el saber. Se remonta al verde césped de los diamantes, donde las historias de gloria se escriben en las costuras de una pelota de baseball.
Fernando, en su juventud, dejó a todos boquiabiertos al convertirse en un jugador de baseball prodigioso. Sus lanzamientos eran relámpagos de precisión y certeza. Pero incluso en medio del éxito deportivo, su hambre de conocimiento era inextinguible. Una beca para estudiar en la secundaria marcó el comienzo de su viaje académico, y su curiosidad insaciable lo llevó a la universidad, donde actualmente sigue rompiendo moldes.
Pero su historia adquiere un matiz especial con su compromiso hacia la sociedad. Su pasión por el baseball se fusionó con su deseo de hacer el bien, dando vida a un proyecto social que cambiaría vidas. La academia de baseball para niños, Tomateros de Cañada, ubicada en la ciudad de Guanajuato, dirigida por él mismo, no solo enseña las artes del juego, sino también valores como la disciplina, el trabajo en equipo y la perseverancia. La pelota se convierte en una herramienta para esculpir el carácter de los jóvenes, y Fernando es el artífice de esta transformación.
Cuando lo conoces te das cuenta de que es una estrella, que brilla, que no solo se ha forjado de fortaleza física, sino de conocimientos. Las becas que ha conquistado, como medallas en un collar de triunfos, son un ejemplo tangible del compromiso con su propio crecimiento intelectual. Y entre libros y apuntes, encuentra tiempo para dirigir una academia de baseball, asistir a clases y ser una influencia positiva en la comunidad Tec.
La cereza en el pastel es su beca universitaria del 100%, una recompensa justa a años de trabajo duro y persistencia. Pero para Fernando, esta beca no es solo un laurel, sino un símbolo de lo que puede lograr alguien que nunca deja de creer en sí mismo. Su tenacidad, su iniciativa y su ética laboral lo llevaron a este punto, y su historia continúa trascendiendo barreras.
Fernando no es solo un aficionado del baseball. No es solo un estudiante brillante. No es solo el director de una academia de niños. Es un héroe que pavimentó el camino para todos aquellos que sueñan en grande y trabajan incansablemente para convertir sus sueños en realidad. Su historia nos recuerda que el éxito es una sinfonía que se toca con pasión, esfuerzo y una determinación inquebrantable.
Lee también: Chuy "Crispín", el emprendedor que con tacos ha alimentado su legado desde 1967