Cuando la danza se une a la responsabilidad social el impacto en las personas es indiscutible. Al ritmo del compás, la sociedad se beneficia.
Por: Sandra Estrada
En el mundo del arte, ha surgido un alma indomable y resiliente, un corazón que se niega a abandonar a aquel que lo necesita. Maximiliano Canchola, estudiante del Tecnológico de Monterrey, con solo 19 años ha logrado impactar los escenarios y los corazones.
Desde corta edad, el corazón de este joven ha demostrado bondad, empatía y generosidad; y hoy en día ha logrado explotar todos esos valores y principios, que lo han llevado a tener una calidad humana que hoy es única.
Este joven, a lo largo de su vida ha participado en diversas actividades extracurriculares. A sus 13 años encontró su pasión por el arte de la danza, lo que le abrió la puerta en 2019 en el Tecnológico de Monterrey formando parte del equipo representativo.
Este año fue clave para la vida de Maximiliano, ya que, aparte de formar parte de la compañía de danza, comenzó como
miembro del grupo estudiantil “Sinergia Estudiantil(SiE)”. Max, logró encontrar el equilibrio entre su amor por el arte y su ambición por generar un impacto social. Con trabajo duro, compromiso, disciplina y responsabilidad, el joven comenzó su camino universitario en el Tec de Monterrey.
El comienzo de esta nueva era, implicó cambios, siendo uno de los principales, su presidencia en “SiE”; este joven veía las necesidades de la población, y junto a su equipo conformado por estudiantes de esta institución, llevó a cabo la organización de diversos eventos de impacto social, como lo fueron “Operación Santa”, una macroposada para niños y adolescentes de casas de asistencia social y organizaciones; con el propósito de darles una navidad memorable; o eventos como “Media Cena”, evento cuya finalidad es obtener recursos para ofrecer oportunidades a jóvenes talentosos que viven en situaciones de escasez y que cuentan con un proyecto de impacto social en su comunidad ofreciéndoles una beca del 100% en el Tecnológico
de Monterrey.
En este mismo evento (Media Cena), el joven participó como organizador y presidente y al mismo tiempo en una presentación de danza, mostrando que no hay que ser super humano para ser excelente no solo en una sino en varias disciplinas.
Max continúa siendo de inspiración no solo para la comunidad del Tecnológico de Monterrey, sino para los jóvenes ambiciosos y determinados de México. Este joven sigue abriéndose camino al éxito ahora siendo presidente de la Federación Estudiantil del Tec (FETEC) y embajador de la institución.
Su vida es ejemplo para los jóvenes, alguien que ha entregado alma, mente y corazón a lo que hace, alguien que ha demostrado que la disciplina, determinación y pasión te pueden llevar a donde nunca has soñado. Su vida es de inspiración y nos ha enseñado que nunca eres demasiado joven para brillar.