Memorias de un caso de Abandono a un Padre por Violencia Familiar

Un agresor de Violencia Familiar busca regresar con su Familia

Por: Beatriz López Castro

Culiacán, Sinaloa.- En mi paso como Agente del Ministerio Público atendiendo delitos relacionados con familia, vi muchos casos y experiencias que suceden dentro de este grupo tan importante socialmente, y entre todos esos, recuerdo uno en particular.

Llegó un señor a su cita con una de mis compañeras, hace ya varios años, esperando a su esposa en contra de quien había presentado una denuncia por incumplimiento de las obligaciones de asistencia familiar, delito que, previo a su registro, debía intentarse conciliar.  Lo recuerdo como aquel día. Un hombre alto, delgado, disminuido y caminando con mucha dificultad apoyándose con muletas.

La voz áspera, intensa y fuerte de la mujer irrumpió en el lugar. ¿Ahora sí sabes cómo me llamo?, ¿Ahora que quieres que te ayude me llamas por mi nombre?, lo increpó de nuevo. ¡Porque cuando vivía contigo me llamabas ***, ***, ***! lanzando un amplio catálogo de palabras denigrantes, ofensivas y altamente humillantes, que dejan profundas huellas en la esfera psicoemocional de quien las recibe, máxime si es su pareja.

El violentador no puede borrar su pasado

Pero Bertha, alcanzó a decir el hombre con voz apenas audible, mírame cómo estoy, no puedo caminar, no puedo hacer nada, necesito que me ayudes, estoy solo, -haciendo alusión a su condición física-. ¿Me miraste a mí como cuando me golpeabas, cada vez que me pateabas, cada vez que me insultabas? ¿Tienes el cinismo de denunciarme para que te ayude después de una vida de calvario que me hiciste pasar? Resonó en el lugar la voz de la mujer, haciendo que mi piel se erizara.

No tienes vergüenza, siguió diciendo Bertha, de mí no vas a obtener nada, porque para mí estás muerto, denuncia a tus hijos, a ver si ellos te quieren apoyar, ¡ándale, jálalos aquí a ver qué te dicen! a la vez que se levantó de la silla retirándose del lugar.

Mucho se han discutido las razones que llevan a una mujer a tolerar años de violencia y abusos de sus parejas. Es hora de replantear, ¿qué pierden los hombres cuando violentan toda una vida a sus hijas e hijos y a sus parejas, más allá del derecho a recibir asistencia, atenciones y alimentos?

En condiciones de salud y juventud, muchas veces no se piensa más allá, cuando el destino y la realidad cobre facturas, la más costosa en la confrontación de asumir los costos de nuestras acciones. El dolor del arrepentimiento.

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Lic. Beatriz López Castro. Mujeres de Paz

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