Desde hace 10 años Luis Gerardo Leal Urías, se viste de su personaje favorito y sale a las calles para ganarse el corazón de automovilistas y algunas monedas para llevar alimento a su casa
Por: Juan Madrigal
Culiacán, Sinaloa.- ¡Tenía que ser el Chavo del 8! Desde hace una década, Luis Gerardo Leal Urías, su vestimenta favorita es un gorro a cuadros, una playera con líneas horizontales anaranjadas y un pantalón corto, como el que portó por muchos años el personaje de la televisión mexicana que fue interpretado por el ya fallecido actor, Roberto Gómez Bolaños. Además, en sus mejillas se impregna maquillaje negro que simula las pecas del niño huérfano que habitó la conocida vecindad del Chavo. Así lo hace para ganarse la vida y llevar todos los días el pan a su hogar.
¿Por qué causa, motivo, razón o circunstancia? Leal Urías narra que desde niño la calle es su mejor escenario y su escuela de la vida. Estudió hasta sexto año de primaria, ya que señala que tuvo que trabajar cantando en los camiones, vendiendo chicles y pepitorias para ayudar a sus padres.
Fue sin querer queriendo. “Más de 12 años me disfracé de payaso, pero hace 10 años decidí vestirme e interpretar al Chavo del 8, porque es un personaje al que admiro mucho desde que era niño, y a quien hago un homenaje, recordándolo con mucho respeto y cariño”, manifestó el vecino de la colonia Independencia.
Matanga dijo la changa. En algunos cruceros de Culiacán, mientras el semáforo marca la señal roja, Luis Gerardo aprovecha el minuto para realizar un pequeño, pero atractivo show, que reúne la música, las más comunes interpretaciones y la imitación de voz del "Chavo del 8".
¡Qué pasó que pasó, vamos ahí! Además, el culiacanense, le da un plus al personaje con el arte del malabarismo. Con tres pequeñas pelotas realiza un acto que atrapa las miradas de chicos y grandes que viajan a bordo de un automóvil o motocicleta. Aunque al culminar su espectáculo no obtenga aplausos, él solo espera alegrar a sus espectadores y con algo de suerte lograr obtener algunas monedas.
La felicidad es estar contento. Con el sudor que “corre” por su rostro, por las altas temperaturas que azotan en la capital sinaloense, Luis Gerardo no se rinde y durante varias horas repite su cómico show, siempre con la esperanza de ser favorecido por la gratitud de personas de gran corazón.
Bueno, pero no se enoje. Tómalo por el lado amable. “Existe mucha gente buena en Culiacán, en ocasiones si no me dan una moneda, me dan alguna fruta, comida y hasta me gritan que le eche ganas. Me agrada mi trabajo porque me ayuda a sobrevivir y me alegra bastante arrancarles una sonrisa a las personas. Aunque en ocasiones no son muy empáticas, pero las respeto porque uno no sabe qué situación estarán viviendo”, expresó el hombre de 47 años.
Para qué te digo que no si sí. A pesar de que parece una manera sencilla de ganarse la vida, el trabajo de Luis Gerardo, tiene su chiste, pues no todos pueden hacer los malabares como él los hace, sobre todo, debe ponerse bien listo al momento que “torea” los carros. “Gracias a Dios, nunca he sufrido un accidente porque siempre trato abrir bien los ojos. Y la virgencita de Guadalupe siempre me cuida”, reveló el hombre de fe.
Lo que uno ama en la infancia se queda en el corazón para siempre. El artista urbano, señala que ahorra poco de lo que gana, porque quiere brindar un mejor espectáculo, anhela tener la cámara fotográfica y hasta el popular barril del “Chavo del 8”. Además, desea cumplir uno de su más grande sueño, el aprender a tocar la guitarra. “Siempre he querido aprender a tocar la guitarra. Algunas personas que me graban videos me han prometido que me van a apoyar, pero solo ha quedado en palabra”, dijo.
Puede ser que no tenga ni un peso en mi bolso, pero tengo una sonrisa en el rostro y eso vale más que todo el dinero del mundo. Desde hace ya 10 años Luis Gerardo, aunque no cuenta con reflectores, una carpa, menos quien lo presente, él disfruta al máximo la amena función que brinda con mucho amor a sus espectadores que disfrutan el momento desde sus vehículos. Principalmente, nunca pierde la fe al tomar los cruceros como el mejor escenario para alegrar corazones y conseguir algunas monedas para llevar alimento a su casa. ¡Eso, eso, eso, eso!
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