María Francisca Sotelo utiliza su experiencia para ayudar a otras personas a aminorar sus molestias físicas.
Por: Jacqueline Sánchez Osuna
Culiacán Sinaloa.- En el corazón de Culiacán, todos conocen a María Francisca Sotelo Cárdenas como "La Chinita". Pero su nombre va más allá; es sinónimo de un don extraordinario y una generosidad que no conoce límites. Durante dos décadas, esta mujer bondadosa ha entregado su vida ayudando a aliviar malestares de quienes buscan un descanso de sus dolencias. Un regalo que ha llevado desde que era muy joven y que desempeña con un corazón lleno de compasión.
Con 49 años de edad, María Francisca es una terapeuta profesional que asegura ser dotada de un don especial: la capacidad de aliviar una amplia gama de dolencias físicas y emocionales. "Traigo un don de gracia para aliviar a la gente," dice modestamente. Su lista de habilidades es asombrosa, la visitan personas con problemas de: espolones, nervio ciático, parálisis facial, estrés, dolor de espalda, migrañas, insomnio, anginas, problemas de columna, y por si fuera poco, también buscan mujeres con necesidad de ayuda para concebir.
Todos los días, desde las 11:00 de la mañana hasta las 7:00 de la tarde, María Francisca se encuentra en la Plazuela Álvaro Obregón, cerca de la majestuosa Catedral de Culiacán. Es aquí donde realiza su labor, ofreciendo sus masajes terapéuticos a quienes buscan alivio y bienestar.
Su don de sanación lo heredó de su padre, un hombre igualmente talentoso en este arte. "Mi papá trae su gracia y pues yo aprendí de él. Me gustaba lo que hacía, y lo ayudaba a sobar," cuenta para Tus Buenas Noticias con un tono de voz lleno de gratitud.
Su vocación se consolidó cuando estudió para comprender mejor los puntos clave del cuerpo. Desde entonces, su labor se ha convertido en una forma de vida y una pasión que la lleva a ayudar a otros, día tras día.
Lo que hace que María Francisca sea aún más especial es su generosidad y ayuda sin límites. Incluso cuando la gente no lleva dinero, ella ofrece sus servicios sin reserva, movida por el deseo sincero de ayudar a aliviar el sufrimiento de los demás. "Si la gente no trae dinero, me dan lo que traen, y eso es de ayuda para mí para sacar adelante a mi familia," comparte con una sonrisa cálida.
A pesar del trabajo físicamente exigente, María Francisca nunca se cansa. Ella atribuye su resistencia a la fe que tiene en Dios. "Dios es el que me cuida y me da sus manos para aliviar a la gente," dice con humildad. Su presencia frente a la Catedral es un símbolo de gratitud hacia el don que le ha sido otorgado y un testimonio de su amor por lo que hace.
Su vida está marcada por la satisfacción de ayudar a los demás y por la fortaleza que encuentra en su fe y en el amor de su familia.
Las manos de “La Chinita” son sus herramientas, y son el instrumento desanación. La gente viene desde lejos para buscarla y encontrar alivio a sus dolores. "Lo más común a lo que más viene la gente es el nervio ciático y el estrés," explica con amabilidad.
María Francisca Sotelo Cárdenas, "La Chinita," es mucho más que una sanadora; para muchos de sus pacientes es un reflejo de esperanza y compasión en Culiacán. Habla de tener un don de sanación, y confirma tener un espíritu generoso con el que ha tocado innumerables vidas, dando esa sensación de alivio a infinidad de sufrimientos. En un mundo donde la bondad brilla como cofre de joyas, María Francisca es uno de esos tesoros vivientes que sigue compartiendo su regalo con el mundo. La compasión y el amor pueden sanar corazones y cuerpos por igual.
Con sus habilidosas manos, “La Chinita” es un ícono de gente buena en Culiacán. Manos que alivian sin mirar a quién.