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Elsa Ávila es la primera mexicana en llegar a la cima del Everest

Tres intentos fallidos y 10 años de recorrido la llevaron a encontrar su paz interior en beneficio al bien común.

22 marzo, 2021
Elsa Ávila es la primera mexicana en llegar a la cima del Everest
Elsa Ávila es la primera mexicana en llegar a la cima del Everest

Tres intentos fallidos y 10 años de recorrido la llevaron a encontrar su paz interior en beneficio al bien común

Elsa Ávila pasa a la historia por ser la primera mujer mexicana en alcanzar la cima del Everest. Y su experiencia refleja dos caminos para llegar a la cumbre: seguir el sendero previamente marcado o abrir brecha para próximas generaciones.

Oriunda de la Ciudad de México, Elsa llegó a la cumbre del Everest, la montaña más alta del mundo con 8,848 metros de altura en el año de 1999; convirtiéndose en la primera latinoamericana y la tercera americana en lograrlo. Sin embargo, no vio la cima a la primera sino después de 10 años y tres intentos fallidos.

Entonces, ¿existe alguna enseñanza sobre casi perder la vida a más de 8 mil metros de altura y regresar para cumplir con el cometido?

“Los estudiantes a veces piensan que lo que les va a ser verdaderamente feliz va a ser tener buenas notas, fama, dinero o terminar su carrera; la verdad es que una vez que alcanzan esas cosas, terminan buscando algo más. Entonces ¿dónde radica la verdadera felicidad del ser humano?”, comentó Ávila para Tec Review.

Para Elsa, la pregunta anterior se va respondiendo poco a poco para llegar a la paz interior. Por lo que estar conectada con el entorno y evitar enfocarse en la negatividad del ser humano, le ha mostrado que puede impactar positivamente en su contexto.

Y ese contexto la ha llevado a brindar conferencias para jóvenes y directivos de empresas como Agfa, Citi Banamex, Boehringer, Coca Cola, EY, FUJI, Novartis, Roche, entre otras.

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Subiendo a la cima

La primera vez que intentó escalar el Everest, con 23 años de edad, relató, al llegar a los 8,000 metros sufrió principios de edema (hinchazón) cerebral por la falta de oxígeno que se experimenta a esa altitud. Entonces a 848 metros de la cima, tuvo que regresar.

Pasaron unos meses y en 1989 volvió a intentarlo. En esta ocasión se quedó a 98 metros de la cumbre, que no pudo alcanzar por sufrir una hipoxia (déficit de oxígeno en el organismo) provocada por una falla en el tanque de oxígeno que llevaba a cuestas.

Elsa dejó el Everest por la paz y se dedicó a escalar otras montañas de la Patagonia y el Ártico. En esa temporada también dio a luz a sus dos hijos. Pasaron 10 años desde aquel último intento para regresar al Everest, porque experimentó algo que solamente los alpinistas comprenden: el llamado de la montaña.

Elsa aprendió que las desventuras de la vida en realidad son mensajes envueltos en varias capas de dolor, que finalmente conducen al perfeccionamiento del carácter y a la esperanza.

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“Mientras hay vida, hay oportunidades, y a veces no las vemos. Así me pasaba. La montaña me restregaba el gran regalo que es la vida y yo no lo veía porque me cegaba ante un resultado que no había obtenido”.

Este aprendizaje fue clave para escalar otra cumbre más importante, la de su salud. En 2002, le implantaron un marcapasos a causa de deficiencias cardiacas. Después, en 2005, fue diagnosticada con una arritmia en el corazón que años después derivó en una embolia transitoria y cuatro infartos cerebrales menores. Afortunadamente, hoy, a sus 57 años de edad, Elsa se encuentra sana.

En entrevista telefónica para Tec Review, Elsa se escucha ecuánime. Relata sus vivencias con un temple admirable. Su voz es estable y cordial, seguramente porque ella ha aprendido a mirar el mundo desde la cima de su propia cumbre interior.

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Con información de Tec Review.

Imagen: tomada de la fuente


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