Culiacán, Sinaloa. En una húmeda mañana de Culiacán, Yuliana Faviola cimbró las conciencias, más allá del reciente paso de la tormenta tropical “Norma”. Habló en experiencia propia lo que es asomarse a la ventana del suicidio y encontrar, no la solución a los problemas, pero sí una mejor razón para seguir viviendo.

La historia de Yuliana es un testimonio conmovedor que pone de manifiesto la fragilidad de la salud mental y la capacidad de las personas para sobreponerse a situaciones desafiantes, especialmente tras la pandemia del Covid-19. Su valiente relato se compartió en el Panel de Salud Mental y Prevención del Suicidio en Culiacán, ante una audiencia compuesta por profesionales de la educación, representantes de programas gubernamentales y miembros de organizaciones civiles.

Desde el inicio de su exposición, Yuliana proyectó una imagen de conferencista nata. "En algún momento me imaginé estar en este lugar contando mi experiencia", declaró con determinación. Su historia es un recordatorio de que la terapia es esencial en la vida, un pilar que siempre necesitará.

En su infancia, Yuliana fue diagnosticada con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Ella se esfuerza en desmitificar la diferencia entre psicólogos y psiquiatras, y destaca que, para llegar a un punto de desesperación, uno debe haber pasado por momentos difíciles.

Su infancia complicó sus días, a veces inquieta, a veces con falta de ánimo y a veces incumpliendo en el estudio. Narra que fue algo no buscado, que estaba en ella pero que no deseaba, mientras sus compañeros de escuela la fueron segregando y a veces humillando.

El diario personal de Yuliana del 6 de octubre de 2020 refleja un momento crítico en su vida. “Es bastante difícil, la escuela no lo es todo, y por primera vez ya no me importa”, anotó a pulso en su libreta íntima. La pandemia había generado complicaciones, y la salud de su padre estaba en peligro debido al contagio de Covid-19. Esta experiencia la hizo sentir vulnerable y reevaluar sus prioridades.

Sus trastornos emocionales derivados de la crisis de su padre la llevaron a peores complicaciones que requirió de atención especializada.

En medio de su crisis, el arte y la escritura se convirtieron en escapes cruciales para Yuliana. Creó una obra llamada "Colapso", una pintura con bordes de cuadritos de colores y un laberinto de medusas en el centro, que explicó, para ella simbolizaba su sensación de falta de control. “La escritura en mi diario me permitía expresar mis pensamientos como si alguien me estuviera escuchando o leyendo”, expone con serenidad.

Habló de la importancia de la amistad y cómo el apoyo de sus amigas desempeñó un papel fundamental en su recuperación. Ver los atardeceres le brindaba tranquilidad, ya que reflexionar sobre la transición de la oscuridad al brillo de cada mañana le daba ánimo. Los medicamentos, aunque necesarios, le causaban efectos secundarios desagradables, lo que la hizo sentirse aún más atrapada por su enfermedad.

La escuela ya no era una prioridad para Yuliana debido a las complicaciones que enfrentó con el acoso y las burlas de otros estudiantes. El bullying la hizo sentir que no debía seguir viviendo, pero su resiliencia la impulsó a cambiar de escuela y comenzar de nuevo, cuantas veces fuera necesario, relata con la sanación de haberlo superado.

Yuliana enfatizó que "las personas suicidas no quieren morir, sino dejar de vivir una situación insoportable". El proceso de cambio es desafiante, y la motivación puede ser efímera. Sin embargo, la terapia, la comunicación, los límites personales, la alimentación y el ejercicio son elementos clave para la recuperación.

Yuliana es una deportista de alto rendimiento en taekwondo, habiendo ganado competencias a nivel nacional. Además, ha emprendido un negocio de accesorios, demostrando su capacidad para prosperar a pesar de las adversidades.

Durante su participación, Fabiola, la madre de Yuliana, compartió la lucha de la familia para conseguir los medicamentos necesarios para su tratamiento y padecer la falta de especialistas para niños. Destacó la importancia del apoyo familiar en la atención de la salud mental y cómo estuvieron ahí en cada momento crucial.

La historia de Yuliana es un recordatorio de que la salud mental la construye y la destruye el entorno. En su asomo a la ventana del suicidio sólo encontró mejores motivos para vivir. Antes fue burlada en las escuelas y hoy con estruendosos aplausos es una conferencista que educa a los profesores. Su testimonio de fortaleza y resiliencia es trofeo de gracia para la buena salud mental.

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