El 23 de enero, la Iglesia Católica celebra la memoria del obispo San Ildefonso, un pastor que se dedicó a la defensa de la virginidad de María y del verdadero significado del sacramento del bautismo. Ildefonso nació en Toledo alrededor del año 606. Fue educado en Sevilla, recibiendo una formación humanística por parte de sacerdotes. Él se sintió atraído por la vida dentro del monasterio por lo que decidió volverse monje.

En el año 657 fue elegido como arzobispo de Toledo, posición desde la cual buscó la unificación de la liturgia en los reinos de España. Aquí escribió varias obras importantes, las más famosas siendo “La virginidad perpetua de Santa María contra tres infieles” y “Anotaciones sobre el conocimiento del bautismo”. Ildefonso sentía una profunda devoción a la virgen María, profesando esta veneración y difundiéndola con entusiasmo.

La noche del 18 de diciembre de 665, San Ildefonso y un grupo de monjes se dirigieron al templo del monasterio para cantar los himnos del día dirigidos a la Virgen. En el camino, vieron que la capilla brillaba con una luz deslumbrante que hizo que la mayoría del grupo huyera del lugar. 

Cuando los hombres restantes se acercaron al altar, vieron a la Virgen María como la Inmaculada Concepción sentada en la silla del obispo acompañada de un grupo de vírgenes entonando cantos celestiales. La Virgen le indicó a Ildefonso que se acerque y, cuando este se arrodilló frente a ella, le obsequió una casulla, la cual solo debía usar en días festivos dirigidos a la Virgen.

Años después, se fijó una fecha para celebrar la aparición de aquel día. El suceso quedó registrado en el Acta Sanctorum como “El Descendimiento de la Santísima Virgen y de su Aparición”. San Ildefonso murió el 23 de enero del año 667. Al día de hoy, sus devotos visitan la catedral dedicada a él, donde se conserva la piedra donde la virgen María posó sus pies cuando hizo su aparición (Aciprensa, 2022).

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