Cerca de la costa, por el norte de Sinaloa está el pueblo ficticio de Bahía Colorada, así lo narra el primer largometraje del director Ricardo Castro Velázquez.

En ese lugar ocurre el gran evento de “La Bestia”, una carrera que consiste en dar la vuelta a todo el estado otorgando un premio de $500,000 pesos.

Poco antes de esta carrera, llega al pueblo Romeo (Benny Emmanuel) el medio hermano de Preciado (Harold Azuara), quien, según sus palabras: “va a hacerle justicia al apellido de su papá”, quien falleció en un crucero donde trabajaba con su banda.

Sin mucho rollo, estos dos medios hermanos no se caen para nada, pero ahora tienen que trabajar juntos si se quieren llevar el dichoso premio.

Podría decir que el mejor acierto de esta película es la química entre estos dos personajes. Benny y Harold, unos viejos amigos que comenzaron en el programa infantil “La CQ”, cuando se lo proponen llegan a hacer papeles que se roban la atención del público.

Súmale a esto el folklor que se nota en la pantalla: colores extravagantes, decorados acogedores e incluso un sol que se puede sentir cuando ves las escenas en exterior. Todo esto hace que parezca como si Wes Anderson hubiera dirigido.

Pero es que también, como sinaloense, tengo que admirar que Castro Velázquez trata de alejarse lo más posible de los ya conocidos clichés de nuestro estado. Quizás lo hace de buena fe o quizás por ignorancia o desconocimiento, pero como dicen por ahí: “haiga sido como haiga sido” muestra un Sinaloa distinto al que vemos en todos los productos audiovisuales que llega a ser protagonista.

Porque esta película lo que más busca es mostrar cómo la relación con nuestros padres puede formar nuestra personalidad y definir, incluso, nuestros sueños y aspiraciones.

Si te llevabas bien con tus papás, quieres parecerte lo más posible a ellos e incluso replicar o mejorar lo que ellos hicieron, pero si por otro lado eras de los más rebeldes que te gustaba azotar la puerta, pues quieres ser totalmente lo opuesto a ellos.

Este es el caso de los protagonistas, Romeo odiaba a su papá y Preciado lo admiraba, y luego de su muerte ambos tratan de formar su camino en relación con cómo se sentían con él.

Y la cinta no cae en este romanticismo barato de la paternidad o la relación padre-hijo. Sino que muestra que nuestros padres son personas que también la regaron en su momento y que nuestra visión de ellos puede estar un poco –o un mucho– sesgada.

Benny y Harold logran mostrarte eso a través de sus personajes, jugando mucho con la comedia y versatilidad que el guion les permite, que sí, tiene sus errores, pero, como ya les dije, ver a estos dos juntos interpretando personajes con esa pasión y energía, hace que esos tropezones pasen a un segundo plano.

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