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Ejemplos en deporte y los impulsos que mueven la ira y la paz

Acompáñanos a reflexionar sobre la ira y la paz...

23 agosto, 2019
Ejemplos en deporte y los impulsos que mueven la ira y la paz
Ejemplos en deporte y los impulsos que mueven la ira y la paz

Se dijo que eran mexicanos con mayor proyección a futuro… y lo esperamos

Columna: Reflexiones de un aspirante a buen vecino. Por Miguel Calderón

En mayo del año pasado el Dalai Lama tuiteó: “La ira no soluciona nada. Si una persona muestra enojo hacia usted, y usted igual hacia ella, el resultado sólo puede ser un desastre”. Sin duda que los destinatarios de este mensaje somos un gran porcentaje de los habitantes de este planeta. ¿Cómo, dónde, cuándo alguien nos puede enseñar a manejar nuestras malas emociones?. Pensemos en los impulsos que mueven la ira y la paz.

Curiosamente, en las mismas fechas del tuit, en mayo de 2018, un sinaloense de nombre Roberto Osuna era noticia por no poder controlar sus negativas emociones en Toronto, Canadá. Un año después, en mayo de 2019, otro sinaloense de nombre Julio Urías era también motivo de los encabezados de las principales novedades de los medios por no tener la habilidad de manejar adecuadamente sus enojos en Los Ángeles, California.

ira y la paz

Un periódico impreso de Guadalajara llamado el Informador, publicó lo siguiente sobre ellos dos: “… los pitchers mexicanos con mayor proyección a futuro, destacando como los jóvenes aztecas con mayores cualidades dentro de la Gran Carpa”. Una conclusión sobre sus personalidades podría ser que son 2 grandes talentos deportivos con un muy mal manejo de sus temperamentos.

Los casos, por los que fueron exhibidos públicamente y castigados por las autoridades civiles y deportivas de los Estados Unidos, fueron tipificados como violencia doméstica o violencia familiar por haber agredido a sus parejas. Roberto nació en Juan José Ríos y Julio en Culiacán. Es muy ilustrativo pues que estos casos tengan coincidencias: los 2 sinaloenses, los 2 grandes beisbolistas y los 2, hasta cierto punto, violentos.

Hay un grupo de estudiosos de estos fenómenos sociales que se inclinan por pensar que los factores de la violencia familiar residen en la transmisión intergeneracional de la misma; es decir, en un contexto en el cual los episodios de intimidación son reproducidos por las generaciones posteriores. Bajo esta lógica, podríamos suponer que los papás de Julio y de Roberto tuvieron reacciones similares a las de sus hijos y que ahí se transmitió una mala herencia cultural.

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Metido en este tema indagué en los últimos datos del Semáforo Delictivo en Sinaloa en su categoría violencia familiar y encontré lo siguiente: por ejemplo, desde que se sigue este registro ningún mes tan alto como el que se acaba de registrar. Julio, el mes pasado, documentó 191 incidentes de violencia familiar, sólo para Culiacán.

Para que nos demos una idea, en julio de 2018 se registraron 92 sucesos y en el mismo mes de 2017 se denunciaron 87 casos. La tendencia es alarmantemente negativa.

De acuerdo con el protocolo de actuación policial editado por la Secretaría de Seguridad Pública Federal en noviembre de 2010, “las personas involucradas como autores en actos de violencia, suelen negar la responsabilidad de los hechos; la situación de violencia familiar no es una excepción”.

Este protocolo es una herramienta para guiar la actuación policial con la finalidad de proporcionar las bases de operación y consulta; conocer las características y particularidades de la víctima, así como del agresor, para facilitar su intervención y el manejo de la situación.

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Pero más allá de esta herramienta, estimo que gran parte de los esfuerzos de prevención están ligados a lo dicho por el Dalai Lama: “El odio, la ira, el apego o los celos, son nuestros verdaderos enemigos. Estos enemigos no tienen cuerpo físico con piernas y brazos, no sostienen armas en las manos, sino que habitan en nuestra mente y nos mortifican desde dentro. Nos controlan internamente y nos someten como si fuéramos sus esclavos”.

Por su parte, Paramahansa Yogananda, precursor del yoga en occidente, propuso hace algunas décadas un antídoto por demás efectivo: “Cuando comiences a sentirte enojado, pon en funcionamiento la maquinaria de la serenidad para que manufacture los antídotos de paz, amor y perdón que disipan la ira.

Piensa en el amor, y reflexiona en que, así como tú no deseas que los demás se enfaden contigo, tampoco debes desear que otras personas padezcan las consecuencias de tu repugnante enfado.

Estoy seguro que, tanto Julio como Roberto, hoy están arrepentidos de esos impulsos que los coloca como seres humanos perfectibles. Hago votos por que a la par que son ejemplos deportivos, sean también en poco tiempo modelos de paz y tranquilidad.


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