La era del cambio en los viajes espaciales

Sabías que… ¿600 personas han ido al espacio y 12 han pisado la Luna?

En 1970, tras el alunizaje de Neil Armstrong, el poeta y músico Gil Scott Heron arrojó a la cara de sus compatriotas su Whitey on the Moon (Blanquito en la Luna), un brillante navajazo en el orgullo nacional de un país encantado de conocerse por su epopeya lunar. Un par de hombres blancos pisaban otros mundos mientras en el de Scott Heron —famoso por La revolución no será televisada— sucedían estas cosas:

No puedo pagar la factura del médico

pero el blanquito está en la Luna.

Dentro de diez años seguiré pagando

mientras el blanquito está en la Luna.

El casero me subió el alquiler anoche

porque el blanquito está en la Luna.

No hay agua caliente, ni baños, ni luz,

pero el blanquito está en la Luna.

Lo anterior es un canto a la desigualdad social, racial y económica que suponía la conquista de la Luna para muchos estadounidenses. EE UU terminó ganando esa carrera espacial, pero las dos primeras mujeres en el espacio fueron soviéticas, Valentina Tereshkova y Svetlana Savitskaya, y el primer astronauta afrodescendiente fue el cubano Arnaldo Tamayo, gracias a la URSS.

Un estudio reciente analizó el perfil de las casi seiscientas personas que han salido de la Tierra y, aunque el porcentaje de mujeres ha pasado del 2% al 20%, el astronauta medio seguía siendo un hombre casado de 40 años, con experiencia militar, educación superior y dos hijos de media.

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Pero los tiempos están cambiando y los viajes espaciales también. La próxima misión que pondrá personas en la Luna se llama Artemisa, como la hermana de Apolo, y una mujer será la primera en bajar los escalones de la nave. La Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) va a actualizar su plantilla, y en ella estará el primer parastronauta, una persona con discapacidad física, y sin duda habrá mujeres.

Las astronautas ya están ocupando su sitio en el espacio, comandando misiones, batiendo récords absolutos y realizando los trabajos más exigentes sin hombres, como cuando Jessica Meir y Christina Koch hicieron juntas una reparación fuera de la Estación Espacial Internacional, un hito maravillosamente reseñado por la viñetista Flavita Banana.

Misiones como la de llegar a Marte no requieren tanto ese perfil de cowboy espacial con nervios de acero, sino capaces de no aburrirse jugando al póker con su ordenador: la ESA pide que los aspirantes tengan rasgos como empatía con los compañeros, bajos niveles de agresividad o capacidad para trabajar en un entorno intercultural para ser parte de los viajes espaciales.

Para añadir diversidad al plantel astronáutico, China logró llevar a tres astronautas a su flamante estación espacial (Tiangong), que tienen previsto permanecer en esa base durante tres meses, el plazo más largo que haya pasado un astronauta chino en el espacio.

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La compañía del millonario Jeff Bezos, Blue Origin, anunció que alguien ha pagado 28 millones de dólares para acompañarlos a él y al hermano de Bezos en un vuelo suborbital: 15 minutos de viaje, 7 de ingravidez. Veinte años después de que Dennis Tito se convirtiera en el primer turista astronáutico.

¿Qué opinas sobre la nueva era de los viajes espaciales?

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