Llegó a los 9 años del estado de Durango para trabajar de jornalero, hoy tiene 70 años y sigue atendiendo la limpieza de plazuela y calles.

A los 9 años de edad Aureliano conoció la costa, llegó a Villa Juárez como jornalero. En la sierra de Durango la vida es más tranquila andando por los montes y en una naturaleza llena de armonía, pero no hay trabajo.

En 1960 trajeron a Aureliano a los campos del valle de Culiacán, no fue un viaje de placer, en vez de continuar con la primaria vino a trabajar, como el resto de sus familiares. Era la gran oportunidad de ganar dinero todos los días y no la iban a desaprovechar. Su infancia y juventud las pasó en los campos Loaiza y Tribolet.

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Cuenta Aureliano Acosta Félix que la vida de jornalero es bonita, cada quien se va especializando en alguna actividad. Después de años de andar en los surcos un día le dieron oportunidad de empezar a trabajar en el empaque legumbrero, ahí hacía de todo, pero fue la escoba la que lo llevó a pensar en las oportunidades.

Comenta que sus jornadas eran muy intensas, incluían trabajo en el empaque y terminaba su jornada alrededor de las 3 de la mañana, “y después de salir tenía que hacer el aseo, yo y otras personas, y acabábamos de hacer el aseo como a las 5 de la mañana, y a las 7 para atrás otra vez”.

Luego se fue especializando y atendía la limpieza del empaque solamente, “me encargaba de la limpieza también, en un empaque tomatero, ahí se necesita más duro la limpieza porque es pura fruta”.

“A mí me ha gustado la limpieza” dice con satisfacción. Pero en 1999 vio una oportunidad de trabajar como empleado municipal haciendo la limpieza en Villa Juárez. Eso le gustó, porque tiene horarios fijos y es menos intenso que en un empaque. Ya lleva 22 años en esa actividad y a sus 70 años de edad todavía le queda energía para seguir barriendo.

Don Aureliano dice que a las 5 de la mañana ya está de pie, porque a las 6:00 él es el que reparte las escobas recogedores y carretillas a sus compañeros. Así toman la mañana más fresca.

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Con su gente “limpian primeramente en la plazuela y luego todos los bulevares para allá. Alrededor del pueblo y ya después para afuera, para las entradas del pueblo”.

En Villa Juárez, Aureliano hizo familia, sus hijos ya todos son adultos y con vida propia, afirma que: “unos viven en El Castillo, en Sataya, en Culiacán y uno está en Estados Unidos.

Dice que de joven iba de vez en cuanto a su pueblo en la sierra de Durango, pero dejó de hacerlo hace muchos años, porque ya no tiene personas que lo esperen. En Villa Juárez es una persona muy querida, después de que termina su jornada de trabajo, en las tardes vuelve a la plazuela a darle un segundo repaso a la limpieza. Porque en la plazuela está la vida. Ahí están las historias de amor y los buenos recuerdos que no puede recoger la escoba.

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