Estas ruinas se encuentran en las comunidades de San Bartolo, El Arco, Hacienda "El Sombrero" y el panteón viejo.

Elixandro Ramos, de quien se desconocía su procedencia, llegó a un pequeño asentamiento de nombre "Minillas", establecido entre Chupaderos y Copala, zona que en aquel entonces empezaba a dar frutos gracias a la minería aurífera aluvial.

Ya que la plata y el oro se encontraban en las márgenes del arroyo que baja de Pánuco, extrayendo el mineral mediante el uso de una tauna para moler y separar el mismo.

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Después de 3 generaciones nació el nieto de Elixandro Ramos llamado Agustín Ramos, hoy de 90 años, relata que nació en Minillas pero al poco tiempo sus padres se mudaron a otro pequeño poblado cercano de nombre "San Bartolo", recuerda que a la edad de 8 años lo llevaron caminando desde San Bartolo hasta Copala para ser registrado ante unos jueces Españoles encargados del registro civil en aquella época.

Enfrente del cine estaba la pista donde realizaban los bailables por los escalones se accedía a ella.

En San Bartolo abundaba la prosperidad, era tanta la plenitud que los habitantes tenían un cine mudo, una pista para realizar bailes, incluso, una pequeña escuela con un aula para los niños.

Esta era la ventanilla donde se vendían los boletos para entrar al cine mudo.

Todo esto obtenido por medio de las riquezas que ofrecían los yacimientos encontrados por toda esa zona que rápidamente se convirtieron en minas importantes, una de estas fue nombrada "El Arco de Oro" por su enorme productividad.

Muros llenos de historia pertenecientes a El Arco

"El Arco de Oro" fue tan rico en minerales, que la población creció de tal magnitud que obligó a los pobladores expandirse al otro lado del río y establecer un nuevo asentamiento cruzando este mismo, nombrando "El Arco" a esta parte, sin embargo, con el tiempo se decía que San Bartolo y El Arco eran el mismo pueblo.

Vestigios de lo que alguna vez fue un pueblo próspero.

En El Arco, existió una elegante hacienda de nombre "El Sombrero" situada en lo alto de una colina junto al arroyo, hecha con grandes ladrillos de adobe y notables molduras en puertas y ventanas que representaban el nivel económico de las personas en aquel entonces.

Arroyo que baja de Pánuco y divide a San Bartolo de El Arco.

No sé sabe a ciencia cierta quien o quienes fueron los dueños de tan distinguida hacienda, pero los pobladores de antaño relataban que el nombre de la misma era "El Sombrero".

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La cantidad de la población era considerable, que la necesidad de un panteón para sepultar a sus difuntos se volvió inminente. Por lo tanto, dicho panteón se llevó a cabo en lo alto de un cerro llamado "El Alacrán".

Muchas leyendas surgieron alrededor de este panteón, debido a la creencia de que algunas personas eran sepultadas con sus pertenencias de oro y otros objetos valiosos.

Posando sobre una de las tumbas antiguas

Una de estas leyendas es la de "Mamá Peregrina", su tumba fue profanada debido al rumor que se corrió entre los habitantes, el cual decía que fue sepultada con un cinturón en forma de víbora completamente de oro, y que también portaba en los costados monedas del mismo mineral, sin duda, un tesoro que incitaba a los amantes de lo ajeno.

Hoy en día solo quedan ruinas de estos pueblos mineros, muros llenos de historias que siguen firmes con el paso de los años, caminos antiguos invadidos por la maleza y una tranquilidad de siglos atrás que aún se respira en el arroyo.

Ruinas de Hacienda "El Sombrero", hecha con grandes ladrillos de adobe.

Se cree que los habitantes abandonaron esta zona debido al declive del preciado mineral, lo que provocó la culminación de las actividades en las minas.

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