Las drogas te regalan una vida tras las rejas
La cárcel no es vida, ni las drogas son la salvación a tus problemas. No te dejes engañar por su encanto y falso placer, pues si lo haces, podrías ser el compañero de celda del hijo de Dora. El problema no son las rejas metálicas, son las rejas mentales de la dependencia.
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Un cuadro de dos por dos metros, el sonido de la reja al abrirse y al cerrarse, y un traje anaranjado o caqui, es el escenario que sólo conoce el hijo de Dora Inzunza; quien por aferrarse a las drogas, lleva más de 30 años encerrado.
“Todos los drogadictos son drogadictos porque sus mamás no están al pendiente de ellos. Pero, no es cierto (...) No quería, llegó a andar hasta descalzo por las drogas. ¡Ay! fueron muchos años sufriendo”, entre lágrimas y desconsuelo confirmó Dora Inzunza.
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“¿No pasa nada?” se pregunta la asociación Malala Academia en relación a los efectos de las drogas en los jóvenes, en sus familias y en su ciudad. Y para mostrar la realidad de este mundo, nos comparte el testimonial número veintiuno, de la segunda temporada de la serie.
Conoce su historia completa:
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Con esta campaña de prevención, Malala Academia busca generar conciencia sobre el consumo de drogas, el daño que provoca, y todo lo que pierden las víctimas de las drogas.
De esta manera, exhorta a la sociedad, medios de comunicación e instituciones a sumarse para disminuir los niveles de drogadicción en México. Y tú, ¿crees que “No Pasa Nada”?.
¿Te has puesto a pensar acerca de las experiencias que puedes vivir en 40 años? Sí, cuarenta años; se dice mucho, para algunos será el inicio de una vida, pero existen aquellos que día tras día han caminado por el desierto de la angustia sin encontrar una salida.
Ver a un hijo en problemas es un gran dolor para los padres. Dora Inzunza relató que ella pasó la mayor parte de su vida haciendo cola para poder ver a su hijo, quien convirtió al tutelar de menores en su casa.
Desde joven comenzó su afición por las drogas, eso lo llevó a robar autos y hasta bienes de su propia familia para conseguir recursos con tal de conseguir sus dosis.
Una vez, dos veces, tres, cuatro, y un sinfín de ocasiones más, que Dora ya perdió la cuenta, cayó su hijo tras las rejas del tutelar, de la penitenciaría y hasta vivir en la calle, por este vicio.
Con dolor en su alma, Dora confesó que su hijo ya tiene 40 años y que a su edad sólo conoce la cárcel y la calle por las drogas. Y ella sólo recuerda con tristeza la vida que su hijo perdió, y recuerda todas las veces que intentó salvarlo.
Hoy, esta mujer vive con un pesar pues sabe que no cualquier persona puede ponerse en sus zapatos. Sin embargo, recuerda a su hijo con amor, y su anhelo por verlo recuperado la fortalece para compartir su aprendizaje y evitar que los jóvenes caigan en este infierno: Todos los drogadictos creen que se pueden salir cuando quieran “y no es cierto, no se pueden salir; necesitan demasiada voluntad, necesitan tocar fondo”.
La cárcel no es vida, ni las drogas son la salvación a tus problemas. No te dejes engañar por su encanto y falso placer, pues si lo haces, podrías ser el compañero de celda del hijo de Dora. El problema no son las rejas metálicas, son las rejas mentales de la dependencia.