A sus 85 años Guillermina recuerda aquella dulce experiencia de juventud, cuando fue la primera reina de Altata.

Con paso lento pero firme, Guillermina Salazar Atondo recorre Altata, hoy lo hace despacio, con un bastón y un bolso cargado de grandes recuerdos. No siempre fue así. Un día caminó por las calles del puerto con un cetro o bastón de mando en medio de la admiración y los aplausos de todo el pueblo.

Tenía 16 años, en plena flor de la juventud cuando los pescadores y toda la comunidad de Altata le dieron la oportunidad de hacer la representación de reina en las festividades del puerto. Fue la primera reina de Altata, de lo que se tiene memoria pública.

Esa buena experiencia que durante las festividades le marcó su vida saludando con el cetro y corona, le alcanzó para alargar su sonrisa y saludo por toda la vida. Es amiga de los pobladores como en los tiempos de su juventud.

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Guillermina a su paso, va saludando a todos a quienes se encuentra. Tiene plática para todos en el lugar. El que no pregunta por uno de sus hijos, le pregunta por su estado de salud y no falta la mujer que la detiene para solicitarle una de sus recetas de cocina.

Es que además “Guille” es conocida por ser una gran cocinera en Altata.

Al detenerse bajo la sombra de un árbol para tomar un poco de aire y seguir caminando muestra orgullosa el periódico de Tus Buenas Noticias.

“Esta que viene aquí en la primera hoja es la Chelín mi hija”, nos dice orgullosa al reconocer que fue ella quién le dio la receta de tan populares cocadas en Altata.

“Eso de contar las historias de la gente de aquí está muy bien, usted debería contarle a todos que yo fui la primera reina de Altata” dice con orgullo y entre risas.

Y así es como nos cuenta de esa emocionante historia de juventud, lo que significó para ella es también parte de la historia del puerto.

Orgullosa de ello, nos invita a su domicilio. Una hermosa casita donde alberga todos los recuerdos de sus tiempos mozos.

“Yo me siento muy orgullosa de poder decir que fui la primer reina de Altata. Todavía me acuerdo de lo bonito que sentía cuando iba en el desfile allá en Navolato sobre un carro alegórico hermoso”, dice mientras le brillan los ojos de alegría.

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Aquel carruaje real que aún aparece como un vívido recuerdo de Guillermina parece como salido de un cuento de hadas.

Donde la Reina iba en lo más alto de un una de las comparsas. Dos tiburones la custodiaban mientras una gran concha a su espalda la protegía.

“Fue tan bonito, todos gritaban al verme pasar, aplaudían, la gente muy contenta lanzaba confeti, la música no paraba. Todo era una fiesta”, recuerda con alegría.

Hoy, a sus  85 años, esos recuerdos la mantienen viva. Eso junto al amor de sus 13 hijos  y todos sus nietos.

Guillermina y su familia son de los primeros habitantes de Altata sus abuelos Manuel y María Atondo son fundadores del puerto y con el paso de los años, la familia continúa arraigada en ese hermoso lugar donde han hecho vida.

Aunque muchos de sus hijos y nietos han emigrado en busca de un mejor porvenir, siempre regresan a Altata, en lugar en donde siempre son felices.

“Para mí, es un orgullo decir que soy de Altata. Aquí nací, de aquí son mis abuelos y mis padres. Me casé con un altateño y aquí nacieron mis hijos. Aquí me voy a morir”, dice con una afable sonrisa.

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Para Guillermina ser del Puerto es de gran valor. Dice que en cualquier otra parte no hubiera sido más feliz. Desde niña aprendió  a trabajar y hoy sigue siendo un orgullo para todos en Altata.

Hace 68 años Guillermina fue la reina de Altata. Hoy sigue siendo la reina de todos en el lugar.

Periódico de Altata – Enero-2022

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