Juan Manuel y su caminar por el saber de Pachuca
“Necesitamos hacer en Pachuca un crisol, en el que esta sociedad que vive hoy establezca las bases, no del Pachuca actual, sino del que está por venir. No podemos pensar en el hoy, porque ya pasó, tenemos que pensar en el mañana; el mañana ya es el minuto que sigue".
“El hombre no tiene naturaleza, sólo tiene historia”, esta frase dicha por el Filósofo Español José Ortega y Gasset, es clave para la vida y el trabajo del Licenciado Juan Manuel Menes Llaguno. Un hombre que ha dedicado su vida y sus esfuerzos en mejorar la vida de las personas en su entorno, utilizando los estudios, la educación, la lectura y la historia como sus principales herramientas para convertirse en uno de los personajes que han dejado huella en el estado de Hidalgo.
Nuestra historia comienza con un joven recién llegado a la universidad en Pachuca, que en ese entonces no tenía más de setenta mil habitantes, una ciudad orientada principalmente a la minería; las carreras estaban orientadas a ayudar a esta industria, como contadores, ingenieros, transportistas, etc.
Debido a las condiciones económicas de su familia no tuvo la oportunidad de irse a estudiar a otro estado, matriculandose en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, donde de 1966 a 1970 cursó la carrera de Derecho, la que él describe como muy versátil, abierta y humanística.
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Juan Manuel comenzó a ejercer como abogado a inicios de su cuarto año de estudios, a solo un año de graduarse; siendo llamado a un despacho de abogados encargado de asuntos laborales. Esto fue muy importante en la época que inicia su vida profesional en el área jurídico laboral, esta comenzó a tener una fuerza muy grande, ya que el estado crecía, y se desarrollaba su economía comercial.
Esta fue la primera oportunidad que tuvo de ayudar, quienes venían a ese despacho eran personas trabajadoras, que habían perdido sus trabajos y buscaban el apoyo de un abogado, pero no podían permitirse uno por las condiciones económicas. Usando los contratos de Cuota Litis, que consisten en no hacer un cobro por los servicios en primer momento, comenzando el procedimiento y la demanda, pudo ayudar a sus clientes, pidiendo solo un porcentaje que variaba de acuerdo al trato acordado.
Para muchas personas esta fue la oportunidad de volver a comenzar, y de Juan Manuel de crecer como abogado, ayudando a las personas que en ese momento por las condiciones laborales y la edad, se les cerraba el mundo laboral. Hacer una demanda donde pidieran que se le reinstalara en el trabajo o que se les pagara y le indemnizaran; daba a la persona la oportunidad de buscar un nuevo empleo o iniciar uno propio.
En 1972 se recibió como abogado. Pero en ese mismo año se fundó el Centro Hidalguense de Investigaciones Históricas AC (Cehinhac), siendo fundador junto a compañeros y algunos de sus maestros, acompañados de un sacerdote e historiador llamado Hector Samperio Gutierrez.
Algo crucial que necesitamos conocer para continuar la historia, es que Juan Manuel tiene un gran amor por los libros y la lectura. Él desde joven los encontraba fascinantes y podía perderse horas entre las páginas. Y entre todos los temas, la historia era uno de sus favoritos y más importantes en su vida. “Para mí, conocer la historia, tanto en lo personal, como en el entorno inmediato y remoto, es fundamental para definirnos como seres humanos”, fue una de las frases que usó para describir el impacto que tiene la historia sobre nosotros y que usaría como base en la enseñanza que daría como Maestro.
El mismo año, 1972, comienza a dar clases en la universidad, empezando su larga carrera como maestro, buscando que siempre los alumnos se encuentren a sí mismos respecto a la clase. Lo primero que hace cuando un alumno llega a su curso, es definirlo en relación con la materia que va a impartir, comenzando a contar la historia de cómo ha evolucionado la materia hasta el momento de la clase, dejando la semilla para que el alumno conozca que la historia no solo se queda en el pasado.
“La historia se entiende en el presente y se proyecta en el futuro”; él usa su mismo amor por la historia para transmitir los conocimientos necesarios para conocer a profundidad la materia que está dando, explicando el porqué de las cosas y permitiendo a los alumnos saber a detalle qué es lo que llevó a descubrir algo o el porqué, algo que no se queda solo en las materias que él daba, siendo un mensaje que llega a cada carrera, cada clase, cada tema.
Es un punto muy valioso para las personas, que nos anima a conocer sobre lo que nos gusta y saber a detalle sobre ello, saber su historia. De 1979 a 1983 estudia la maestría de Historia del Derecho, cuando estaba terminando, se le da la oportunidad de convertirse en rector de la universidad, desarrollándose así durante un tiempo hasta que se le presentó un proyecto que le permitió regresar al área de historia.
Como se mencionó antes, Juan Manuel tenía un gran amor por los libros, uno que se remonta a una Pachuca de su época de estudiante, cuando las bibliotecas no pasaban de tener más de dos mil o tres mil ejemplares a su disposición, siendo muy difícil para los jóvenes obtener los libros que necesitaban. Fue en estas épocas que él comenzó a comprar libros baratos que lograba permitirse pese a la difícil situación económica que tenían en su familia, libros que todavía lo acompañan en su biblioteca al día de hoy, y le forjaron este camino en la vida como un hombre de libros.
Pero su gran paso como lector vino cuando el Sacerdote Hector Samperio Gutierrez trae una biblioteca de más de diez mil libros en material de historia. Teniendo que presentar dos o más artículos en el Cehinhac por año y escribiendo para el periodico ‘El sol de Hidalgo’ un artículo semanalmente, esa gran biblioteca fue como un paraíso donde pasó cientos de horas atrapado entre las mágicas hojas de cada uno de los libros que pasó por sus manos.
Es importante conocer todo esto para entender el amor por los libros, el amor por el conocimiento que acompañó a Juan Manuel. La tradición de comprar libros poco a poco le permitió construir una biblioteca más o menos en forma cuando llegó a ser rector, la cual nunca dejó de crecer, hasta que fue llamado a trabajar al Sistema Estatal de Bibliotecas del Estado de Hidalgo.
La gran importancia del trabajo de Juan Manuel por la oportunidad de que todos los habitantes de Hidalgo tuvieran acceso a los libros lo llevó a instalar cerca de trescientas bibliotecas en todo el estado; teniendo el gran honor de llegar a la cantidad de un millón de libros en el estado durante su estancia en el Sistema Estatal, llegando aproximadamente a la cifra de un millón doscientos mil libros en todo el estado cuando termino de trabajar.
Nos cuenta una bonita anécdota de esta época, sobre un pequeño pueblo llamado Agua de Cuervo, que en ese momento se encontraba haciendo la carretera a Huejutla. Cuando llega se le cuenta una historia que le mostró los resultados de su esfuerzo y su gran amor por los libros. Le narran como un mes antes de esa visita al pequeño pueblo, hubo una Tromba de agua que inundó el pueblo.
Los habitantes al ver lo que estaba ocurriendo, tomaría una decisión impactante, en vez de salvar sus pocas pertenencias, irían a la pequeña biblioteca con un poco más de mil ejemplares que habían instalado hace un tiempo y pondría a salvo los libros del agua. Ellos sabían el valor que tenían los libros y la importancia que tendría para los jóvenes estudiantes y el impacto en ellos.
Él nos cuenta cómo ante sus ojos se fue construyendo un nuevo Pachuca, uno apasionado por la lectura, por los seminarios, los intercambios de libros, por la información y la infinidad de posibilidades que abría el mundo de la lectura. Un Pachuca al que él pudo ayudar, por su amor a los libros y el significado que tenía para él.
La historia de Juan Manuel ha estado llena de proyectos que le han permitido trabajar y ayudar al estado en el que nació. A día de hoy, se encuentra ejerciendo como maestro en el Tecnológico de Monterrey Campus Hidalgo y la Universidad Iberomexicana. Agradecido a todas las personas que formaron una parte importante de su vida, como maestros, familiares, compañeros, los autores de los libros e incluso a las personas que le criticaban, agradeciéndole por hacerlo regresar y encontrar un punto de resolución factible.
Cincuenta y cuatro años después de acabar su primera carrera. Pachuca ha crecido más de diez veces la población de ese entonces y se ha expedido hasta cinco veces el terreno. Hoy en día Pachuca tiene una gran cantidad de oportunidades de estudio en cada nivel académico y sobre todo una gran expansión en la cantidad de carreras posibles a cursar, más de quinientas alternativas. Una nueva generación está por entrar a la edad de trabajo, donde les espera un entorno sumamente competitivo, y creo que para todas esas personas es que despedimos esta historias con unas palabras de cierre de nuestro protagonista:
“Necesitamos hacer en Pachuca un crisol, en el que esta sociedad que vive hoy establezca las bases, no del Pachuca actual, sino del que está por venir. No podemos pensar en el hoy, porque ya pasó, tenemos que pensar en el mañana; el mañana ya es el minuto que sigue. Debo entender que los profesores, los maestros, en general. Que los padres de familia, que los inversionistas, que los trabajadores, deben trabajar para satisfacer no las necesidades de hoy, hay que trabajar para las necesidades del mañana”.
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