Con sus periódicos y un saludo ferviente Antonio se ha convertido en un ícono para los habitantes de Barrancos
Siempre sonriente ante la vida, Antonio vende periódicos y regala alivio en los días difíciles.
Pasar por el Boulevard Benjamín Hill en el cruce con Azltán y recibir un saludo cordial, no es novedad para los habitantes del sector Barrancos.
Ahí, justo debajo del semáforo está siempre Antonio Rodelo Quevedo, quien con su espíritu de servicio y el afán de hacer el bien a quienes por ahí transitan, a veces, se olvida de ofrecer los periódicos que tiene en venta.
Con tal de ayudar a agilizar el tráfico, en ocasiones, hasta de oficial de tránsito la hace.
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“Sí, yo estoy aquí vendiendo mis periódicos. A la hora pico hay mucho trafico por Benjamin Hill y Aztlán, así que me toca hacerla de tránsito. Ayudo a que los automovilistas tengan mejor flujo vial, Algunos no respetan el semáforo, y ahí vienen los accidentes. Si uno puede hacer algo por ayudar. Pues hay que hacerlo”, dice el voceador.
Desde hace más de 15 años Antonio comparte las noticias y alegra los días de los transeúntes con una buena actitud.
Al principio comenzó ayudando a una señora a vender los periódicos que le entregaban por parte de una empresa editorial de renombre en Sinaloa. Al enfermar la señora Antonio buscó la opción de un punto de venta para él.
“Trabajé por un tiempo con una señora, pero cuando se enfermó ya no tenía trabajo para mí, así que tuve que buscar la opción de ser un voceador”, dice.
Diariamente el hombre de 58 años se pone en pie a las 3:30 horas, para alcanzar a estar listo para las 4:00 de la mañana que llega el repartidor.
“A las 5:00 de la mañana ya estoy aquí vendiendo. Todos los días. En este trabajo no hay descanso. Me dedico a vender periódico hasta las 10:00 de la mañana y a las 2 de la tarde me voy a trabajar aquí enfrente al Aurrerá”, señala con orgullo
Y es que para Antonio, el trabajo forma parte importante en su vida. Asegura que desde hace 15 años no ha dejado pasar un día sin acudir a cumplir su labor como voceador y al mismo tiempo a brindarle un saludo a quienes pasan por el lugar.
“A veces la gente viene de malas, tristes, enojados e incluso peleando con la pareja o los hijos y me han dicho que yo les he cambiado el día, y cuando me compran el periódico hasta me dan los 50 o 100 pesos de propina. Eso se agradece. Todo por darles los buenos días con una sonrisa”, dice.
Además de periódicos, Antonio vende jugos frescos, toallas para la limpieza y algunas otras cosas que le sirven para aumentar el ingreso familiar.
“Todo vendo, gracias a Dios. Lo que sea que me traigo a vender, la gente me compra. Yo siento que eso se lo debo a mi forma de ser con la gente. No importa los problemas que yo traiga encima, siempre tengo una sonrisa para los demás y un saludo”, reconoce.
Aunque la vida ha sido generosa. Desde jovencito tuvo la oportunidad de ejercer diversos oficios, al llegar a esta etapa de su vida, Antonio demuestra su gratitud por todas las cosas buenas de las que goza.
“Me siento muy feliz de tener la oportunidad de trabajar vendiendo periódicos. Para mucha gente puede ser poca cosa, pero para mí es una de las mejores cosas que me ha pasado”.
Recientemente, Antonio y su esposa perdieron a su único hijo varón. Víctima de un infarto fulminante, el joven perdió la vida y a su vez, destrozó el corazón de sus padres, dejando un dolor indescriptible.
“La muerte de mi único muchacho ha sido el peor dolor que nos ha tocado vivir. Pero es algo con lo que tenemos que aprender a vivir. Yo me salgo a trabajar aquí y vendo mis periódicos. Eso me hace sentir mejor. Más aliviado de mi dolor”.
Pero llegar a casa, se vuelve parte de su sufrir. Si trabajar lo hace olvidarse de su dolor, regresar a su hogar le trae de nuevo el recuerdo que lastima su ser.
“Cuando estoy aquí trabajando todo está bien, porque hablo con la gente, saludo a todos los que pasan, pero llego a mi casa y está de nuevo ese recuerdo que me lastima”, dice con una voz entrecortada.
Trabajando, se siente una persona útil, con menos dolor e inquietud y trabaja con muchas ganas.
Antonio considera que esa forma de ser tan alegre es un don del cielo. “Me caiga bien la gente o no, yo lo saludo. Este es un don que tengo”, reconoce.
“La gente me gratifica al responderme el saludo. Se siente algo bonito. Aun con mi dolor, me queda el consuelo de que tengo a mi esposa, dos hijas y tres nietos. Ellos son mi felicidad. Convivir con ellos le da alegría a mi vida”, dice con una sonrisa que intenta disimular el dolor que se lleva en el alma.
Antonio es el señor que desde la madrugada está ahí parado en la esquina ofreciendo sus periódicos que aunque la noticia de portada sea catastrófica su buen ánimo logra cambiar el panorama.
A él todos en Barrancos lo conocen. Dicen que es el señor de los periódicos, ese que a pesar del dolor que lleva consigo, te saluda con afecto y te reinicia para que tengas unos buenos días.
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