¿Cómo vive la mamá de un drogadicto?
Con valentía, Luz María comparte su testimonio para que la sociedad reconozca el gran daño que ocasionan las adicciones, no sólo en el núcleo familiar sino en cualquier lugar.
Quizá esta pregunta te la hayas hecho alguna vez. Quizá podría pensar que sea un mero cliché decir que cuando un miembro de la familia es víctima de las drogas, todos sufren. En conjunto con Malala Academia IAP revelamos la verdad y compartimos el testimonio de Luz María Fuentes, una mujer de 71 años que tristemente padeció el infierno de las drogas.
“Tenía ganas de suicidarme en ese momento, tenía ganas de matarme porque mi esfuerzo mi trabajo… no sabes por cuánto pasé… perdón. Me sentí desilusionada, tremendamente desilusionada porque yo sentía que había dado mucho para que te paguen de esa manera”, fue la confesión de una madre que tuvo la desdicha de ver a su hijo caer en el mundo de las drogas.
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La misión de los padres de familia es velar por el bienestar de sus hijos y ayudarlos a crecer como adultos independientes que puedan contribuir positivamente a la sociedad. Pero en su desarrollo, pueden enfrentar diversos obstáculos y malas decisiones que los llevan a tomar los caminos.
Las drogas provocan la perdición del ser humano y lo llevan a situaciones degradantes no sólo para la víctima sino para sus allegados.
En entrevista para Malala Academia, Luz María comentó que como madre, el instinto es preocuparse por los hijos. Al ser el sustento de su casa, ella regresaba de trabajar y siempre encontraba a su hijo dormido en su cuarto. Por lo que no le tocó verlo mal, sin embargo su sexto sentido le alertaba que algo malo estaba sucediendo.
Al darse cuenta de su adicción, Luz María empezó a forzar a su hijo Carlos a que le diera dinero para que él tuviera menos recursos para comprar droga. Pero lo que no previó Luz María fue el grado de adicción de su hijo; quien prefirió quedarse sin ropa, sin aparatos electrónicos, sin el pago de renta, para seguir el vicio.
Además de la pérdida de ingresos, Carlos empezó a perder valores y el respeto a su madre; las drogas lo volvieron más violento. Por lo que Luz María decidió correrlo de su casa, ya que sus amenazas le quitaban la paz.
“¿Cómo vas a querer que un hijo se te eche a perder así?” El sentimiento de culpa inundó a Luz María, quien al enterarse que su hijo había caído al penal, fue la gota que derramó el vaso.
Con valentía, Luz María comparte su testimonio para que la sociedad reconozca el gran daño que ocasionan las adicciones, no sólo en el núcleo familiar sino en cualquier lugar. Ninguna madre quiere un hijo perdido. Ninguna droga es buena. Todas te harán peor persona.
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