El torbellino de las drogas llevó a José Manuel al manicomio
Soñar con ser bombero y terminar en un manicomio, podría parecer un destino bastante incongruente. Pero, cuando en tu vida alojas a la heroína, la historia toma sentido. El ambiente te impulsa a llevar tu vida al límite pensando que todo es “jijiji y jajaja”, creyendo que No Pasa Nada y que el mundo es ‘color de rosa’. Pero lo que pasa es la creación de tu propio infierno. Este es el testimonio de un consumidor en rehabilitación llamado José Manuel Flemate.
La ciudad de Mexicali fue el lugar de nacimiento de un hombre que pudo haber sido uno de los bomberos más queridos por la sociedad. De una persona que pudo haber salvado vidas y prevenir incendios en la zona; sin embargo, las drogas le incendiaron su sueño, lo alejaron de este propósito y le regalaron un destino lúgubre y solitario.
José Manuel Flemate Topete, es el menor de seis hermanos. Nació en la cuna de una familia disfuncional. Su núcleo familiar se dedicaba al negocio de las drogas. Y no sólo como vendedores, sino también como consumidores. Al parecer, les gustaba probar su mercancía para cerciorarse que el producto era de calidad, sin imaginar las consecuencias que les dejaría en un futuro no muy lejano.
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Al crecer acompañado de sustancias y viendo a los mayores consumir, para José Manuel fue algo común. No era de esperarse que por su cabeza cruzara la idea de que le fuese a pasar algo malo. Así que la marihuana y el alcohol fueron las primeras drogas que probó, y en las fiestas de quince años, el consumo se agravó. Querer llevar la ‘gira larga’, lo llevó a conocer la cocaína. Y a sus 17 años, su inocencia no le mostró el error que estaba cometiendo.
La marihuana, el alcohol y la cocaína, no fueron suficientes para sobrellevar su vida. Por eso decidió probar el cristal. Esta droga la conoció durante su matrimonio, y la fragilidad de caer en las redes del cristal quebrantó su promesa de amor eterno. El cristal todo lo cortó derrumbando su vida de casado. Dañó su mente y su cuerpo, pero esta situación no bastó para ponerle fin al consumo ni tampoco lo motivó a buscar ayuda.
Fue la heroína la droga que impactó su vida y provocó que ésta se fuera en picada. En entrevista para Malala Academia IAP, José Manuel platicó que un viaje de 8 horas, de Calexico, California a Fresno, le tomó 2 días y medio realizarlo, pues al llegar a destino debía dejar atrás su tesoro más preciado: sus hijos.
Para él sus hijos “eran su medicina”, o bueno, eso les decía para mantenerlos a su lado. La realidad es que el núcleo familiar en el que vivían, no era el entorno ideal para un buen desarrollo infantil. Las jeringas regadas por la casa, el alcohol derramado en el piso y las líneas blancas, eran un peligro para la vida de los menores.
Y, ¿qué sucede cuando los hijos se separan de sus padres a corta edad? Destiny Flemate expresó que vivir la separación parental es un suceso traumático para un niño, ya que como hija, no quieres crecer sin la presencia de los padres.
No obstante, para Destiny y sus hermanos crecer junto a sus padres no era una opción. Tanto José Manuel como Verónica Mayorquín, su madre, eran consumidores. Y a pesar que la familia del padre se dedicaba a la venta de narcóticos, querían cambiar esta situación.
“Cuando ya lo vi parado ahí se subió a mi carro, lo primero que hicimos cuando nos presentamos yo le dije a él -tú vas a ser mi ángel o yo voy a ser tu demonio- dándole a entender que el me podía jalar a que yo dejara de alcoholizarme o yo me lo podria traer para acá para que él siguiera consumiendo.
Realmente nos fuimos los dos al pique. Nuestra vida era un caos, porque mi alcoholismo es muy fuerte; yo me alcoholizaba todos los días de la semana, salía de mi trabajo y me paraba en el primer depósito. Entonces, poco a poquito, él también empezó a regresar a su sustancia, la preferida de él es la heroína. Estábamos los dos en la adicción fuerte pues. Entonces esta casa se hizo un caos, entró un torbellino dentro de esta casa. Se perdió todo, se vendió todo… yo a mis hijas pues, las hice sufrir muchísimo con mi adicción, les robe su infancia, su tranquilidad y sus sueños”, con decepción y arrepentimiento expresó Verónica.
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El consumo llevó a José Manuel a la locura, y no sólo a conocer el mundo de la fantasía y la desconexión de la realidad, cayó en un manicomio. Con un futuro incierto y una familia quebrantada, este lugar lo ayudó a tocar fondo y a reflexionar sobre su vida.
De esta manera, su esposa y él comenzaron a transitar por el camino de la recuperación. Durante este proceso, José vivió la pérdida de su hermano más querido Víctor, mejor conocido como “El Pepino”; un ser con un enorme corazón que perdió la vida tras una inyección. La heroína le arrebató la vida de su hermano, entre lágrimas confesó José Manuel.
A pesar de estar decidido a cambiar su vida, sus decisiones pasadas le cobraron factura y lo enfrentaron a la más cruel realidad de las drogas: la repetición de errores. Su hija Destiny, “está viviendo lo mismo que vivió su mamá y yo. Mi nieto … O sea, las cadenas siguen y lo veo y no puedo hacer nada. ‘Toi de este lado del cerco, ella está en Estados Unidos”.
Una cosa es vivirlo en carne propia y otra es revivir malos recuerdos en la vida de tus hijos. “Todo lo que vivieron y siguen viviendo por mis malas decisiones… Mis hijos no tienen una casa estable, viven en relaciones disfuncionales como lo viví yo”.
A veces creemos que con ser conscientes de una situación, basta para cambiarla. Y olvidamos que, para transformar un entorno es necesario querer hacerlo. “Pensaba que yo nunca voy a hacer esto. Porque ya sé a qué lugares me va a llevar. Sin embargo mi pareja continuaba drogándose y me golpeaba, y por ese motivo se fue a la cárcel. Me fijé en todas las cosas que estaba haciendo. Cuando yo estaba trabajando él se estaba drogando, llevaba mujeres a mi casa, y no estaba poniendo atención a mi baby (bebé)”, confesó Destiny.
Hoy, la rehabilitación se ha convertido en el camino a seguir. A sus 49 años, José busca remediar su vida. Sus hijos no le hablan y su hija Destiny está viviendo el mismo infierno que él vivió, pero no pierde la fe en transformar sus últimos días en un futuro de paz. Para lograrlo, comparte su historia con el propósito de mostrar que lo único que dejan las drogas es el caos. Empieza como una diversión, mucho “jijiji y jajaja” pero lo que pasa es que después pierdes toda tu vida. Se va la alegría y se va la familia.
*Una producción de Malala Academia IAP.
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