María Villalba Castillo se trajo el pan de la sierra de Choix a Villa Juárez
Hace 35 años llegó como jornalera y hoy hace panes en horno de leña para deleite de los villajuarences
Villa Juárez, Navolato.- Uno sabe dónde empieza, pero no sabe dónde va a terminar. María Villalba Castillo vivió su infancia y juventud en Tararán, en la sierra del municipio de Choix muy cerca del límite con Chihuahua, y desde hace 35 años vive en Villa Juárez, Navolato.
María Villalba es más fuerte que las causas que la orillaron a dejar su pueblo. No fue un acto voluntario ni tampoco de su agrado. Se juntaron los problemas con la necesidad y decidió migrar con sus siete hijos a un lugar lejano donde no faltara el trabajo. Fue así como en 1988 llegó al valle de Culiacán donde la demanda de mano de obra es constante.
Parada en el patio frontal atiza con unos leños una hornilla de barril metálico intemperizada, está preparando un bistec. Mientras platica está picando las cebollas y los tomates, que en breve empiezan a hacer chillar la cazuela.
¡Recibe las últimas noticias!
Lee también: César Rafael dejó el hielo para pescar el pan tejiendo redes
Le gusta cocinar con leña porque todo sabe mejor con la lumbre, dice recordando sus mejores tiempos en su pueblo. “Allá todo lo que comía era bueno, en todo el año había algo que comer del monte”. Recuerda las tortillas de maíz hechas a mano, la carne de animales que criaban y sobre todo la carne de venado que comían de constante.
Ya no se pudo vivir allá, dice con cautela. Me vine a trabajar aquí a Villa Juárez y aquí me ha cambiado la vida. A como pudo hizo una casita en un predio de la colonia José Vasconcelos. Y en el patio trasero, ella misma hizo con ladrillos un horno panadero.
Al principio era jornalera con todos sus hijos, pero ya todos tomaron rumbos distintos, y la edad ya no le da para jornadas tan intensas, por eso decidió hacer pan casero para vender. Al principio hacía el pan para tener algo delicioso que comer, pero el olor no tiene fronteras y luego los vecinos también quisieron comer. Así fue como empezó a vender pan.
Lo hace de la manera que lo preparan en la sierra de Choix. Con la ayuda de su nuera, cada sábado se levanta temprano para calentar el horno, le mete leña de troncos que suele recoger en las calles. Mientras se calienta va amasando la harina con la levadura, para que al mismo tiempo que el horno esté caliente, también la harina amasada y ya con forma esté en su punto.
Al mediodía, ya el pan está saliendo esponjoso y fragante, guarda un poco para comer en casa y la mayor parte de su producción la saca para vender entre los vecinos. Sus panes de mermelada, cajeta, filadelfia, calabaza y al natural, son un deleite entre los comensales.
Su modo de amasado de la harina es todo manual, sus brazos cansados no pueden amasar muchos kilos. Ha sabido que ofrecen apoyos del gobierno para mujeres emprendedoras, pero no se siente con capacidad para hacer los trámites. Afirma que le gustaría tener una panadería para trabajarla con su nuera.
Con lo que gana del pan, a sus años se siente una persona útil. En la colonia José Vasconcelos, María Villalba Castillo le da sabor a la vida con los panes de mujer que trajo de la sierra de Choix.