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Así eran los viejos cines en Culiacán

La historia de la exhibición cinematográfica en Culiacán empezó con el Teatro Apolo. Con muchos recuerdos todos los cines antiguos han desaparecido

26 noviembre, 2019
Así eran los viejos cines en Culiacán
Así eran los viejos cines en Culiacán

La historia de la exhibición cinematográfica en Culiacán empezó con el Teatro Apolo. Con muchos recuerdos todos los cines antiguos han desaparecido

El cine al aire libre formó parte de la de historia de los viejos cines en Culiacán, inevitablemente, ha sido el cine una de las diversiones más populares de los culichis. Cuando la radio y la televisión hacían sus pininos, el cine ya había avanzado gran techo en el gusto de la gente.

En las noches apacibles del Culiacán de 1940 se podían oír con toda claridad los diálogos de actores y actrices en las películas mexicanas que exhibían estas salitas sin techo. Mediante estos diálogos muchos podían seguir la trama de una película desde la cama.

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los viejos cines en Culiacán

Según decir de los viejos, las primeras funciones de cine mudo se dieron en el Teatro Apolo, que fue construido por el ingeniero Luis F. Molina y que se puso en servicio la noche del 16 de septiembre de 1894 con un concierto de música clásica a cargo de la señorita Leonor Praslow.

Fue, en realidad, una audición para un público "selecto", y el doctor Alberto Arellano Millán pronuncio unas palabras en las que expresó el legítimo orgullo de los habitantes de la pequeña ciudad por contar con un teatro de las dimensiones del Teatro Apolo.

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Pocos días después se presentó la compañía de opera ciudad Roma, cuya primera actriz, Ema Savorini, interpretó El Trovador, Rigoletto y La Traviata, de Verdi. El publico se mostró atento y respetuoso.

Sin embargo, la opereta atraía poco público y la administración acordó convertir el Teatro Apolo en una sala cinematográfica donde empezaron a exhibirse películas mudas.

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La apertura de nuevas Salas

Fue creciendo con tal rapidez la afición por el cine que hubo necesidad de abrir otras salas. Por ejemplo, se abrió el cine Mundial en el mercadito Vizcaíno (Rubí y Ángel Flores), frente al mercado Garmendia. Este “cinito” estuvo funcionando durante algún tiempo pero de repente cerró sus puertas sin dar explicaciones al público.

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Después se abrió otro cine al aire libre llamado "Unión", en las calles Hidalgo y Rubí. También este “cinito” tuvo una vida muy efímera.

Llegada de el Cine Parlante

Cuando se liquidó el cine mudo y apareció el cine parlante en 1927, la afición por el cine creció muchísimo. Aparecieron cines por distintos rumbos de la ciudad. Los exhibidores griegos tuvieron mucho que ver en este auge. Dichos exhibidores como Demetrio Daviantes y Guillermo Poulos se convirtieron en verdaderos magos que, después de colocar unas bancas y montar una pantalla hecha de manta trigueña a la que se daba un baño de cal, podían auspiciar aquel desfile de mundos imaginarios, tan ajenos a la realidad.

Después de los griegos apareció Benjamín Azcona, quien adquirió gran celebridad local al casarse con una de las mujeres mas bellas de Culiacán: Ema de la Vega. Azcona ya fue un exhibidor cinematográfico mas organizado, ya que creo una cadena de cines que había iniciado Guillermo Poulos. Abrió cines al aire libre en las ciudades del estado, y procuró un material que fuera mas atractivo para un público creciente. Desde luego, las películas mas populares eran las que tenían que ver con una trama de malos y buenos, canciones y muchos balazos.

El Cine Lírico, Pionero

Fue el cine Lírico uno de los que montó el griego Daviantes, y que luego paso al dominio de Azcona. Dicho cine se abrió al público en la calle Rubí con esquina con Colón. En algún tiempo fue administrado por el profesor Adolfo Moreno Leyva, personaje muy respetado y querido por sus grandes dotes de bondad. Fue hermano de Anastasio "Tacho" Moreno, que, de su propio peculio, estableció un comedor para gente “menesterosa” en la calle Rubí y Villa.

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Plácido Beltrán

Daviantes contrató a un carpintero de apellido Beltrán para que hiciera las bancas del cine Lírico. Al terminar su trabajo le pidió al patrón que le permitiera a un hijo suyo, llamado Plácido Beltrán, para que trabajara como ayudante del responsable del proyector que funcionaba a base de carbones. Al tiempo, Plácido Beltrán se convirtió en líder de trabajadores fundando el Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica, Similares y Conexos de la República Mexicana, sección uno de Culiacán. En la conducción de la organización sindical se distinguió Josefina León, que fue la boletera del cine Rex. Josefina ayudó a Plácido en los conflictos inevitables con los exhibidores.

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Humaya, Alcázar, Colón

Después del cine Lírico se abrieron mas salas al aire libre como el Humaya, en Juárez entre Morelos y Donato Guerra, Alcázar, en la Hidalgo contiguo al mercado Rafael Buelna, en Colón y Morelos, Rex en la calle Aguilar Barraza, Coco´s en Tierra Blanca, y Ejidal en la colonia del mismo nombre.

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Cines Techados

Pero al crecer la ciudad hubo que mejorar los simpáticos pero incómodos cines al aire libre. Una nueva generación de cinéfilos exigía mayor comodidad para disfrutar del espectáculo favorito. Fue así como surgió el primer cine techado: el Avenida, por la avenida Álvaro Obregón, entre bulevar Madero y Colón. Se empezó a construir en 1964. El arquitecto Fernando Best, fue su diseñador y uno de los que hizo entrar a Culiacán a la era de la modernidad.

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El cine Avenida, además de estar techado, ya dispuso de aire artificial, lo cual constituyó, desde luego, una grata sorpresa para el público acostumbrado a soportar los rigores del tiempo en los viejos cines al aire libre. Más tarde, el cine Avenida cambió de nombre. Ahora se llamó Diana, hasta su demolición para construir el hotel San Marcos, propiedad de la familia De las Rivas.

Cine Reforma

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Ya con una ciudad en pleno desarrollo urbano surgió el cine Reforma, perteneciente a una de las cadenas de exhibidores: Operadora de Teatros, frente a la plazuela Rosales. Igual que con el Avenida, el Reforma incorporó ya butacas mas cómodas así como clima artificial. Dichas mejoras fueron apreciadas por el aficionado, que hizo sus favoritos las salas ya cubiertas ajenas a las molestias de la lluvia y el calor.

Cine Gemelos

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Otra novedad que se produjo al transcurrir el tiempo fue la aparición de los cines Gemelos, en la colonia Las Quintas. Dichos cines refinaron sus servicios pues a una “butaquería” muy cómoda agregaron una proyección nítida y continua que liquido la época de los cortes molestos que tanto indignaban al aficionado.

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Cácaro

¿Cómo fue que surgió esa palabra de "cácaro"? Viejos trabajadores como Hilario Castellón Medrano, José Cruz Diarte, Delfino Angulo, Ernesto Castañeda Zazueta, Francisco Sánchez dieron diferentes versiones acerca del grito de "cácaro" que se oía con demasiada frecuencia en las antiguas proyecciones accionadas con carbón. Muchas opiniones se dieron a conocer, pero prevaleció una, tal vez la mas cercana a la verdad. Se dice que llego de la ciudad de México un operador cacarizo. En las inevitables interrupciones, la gente empezó a gritarle:

-¡ Ya suelta la botella, cácaro!

Después el grito ofensivo se achico: cada vez que se encendía las luces para pegar el celuloide y reanudar la función: -¡Cácaro! ¡Cácaro

Ultima Función

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Con un largo suspiro despedimos a los cines al aire libre, saludamos a los cines modernos como el Avenida y el Reforma, pero quedó grabado en el recuerdo la última cinta en el Teatro Apolo. Fue la película "Cuando mueren las palabras", una cinta Argentina, que se proyectó el 6 de julio de 1947. Inmediatamente después cerró el Teatro Apolo que fue, finalmente demolido un año después; es decir, en 1948. Se fue así una de las imágenes mas queridas de la ciudad que crecía sin freno. Se fue el Teatro Apolo y solo dejó tras sí un caudaloso río de recuerdos.

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Recuerdos

Se dice que ha evolucionado el gusto por cine, y no hay nada que argüir. Ha cambiado todo ciertamente, pero para mal. Nuestro cine ya no cuenta. el 7 de julio de 1947 se estrenó en el cine Avenida la película "Los Tres Huastecos" de Pedro Infante. Se tuvo que cerrar la Obregón. Pedro Infante estaba en el umbral de una gran fama. Pero Pedro Infante, como el cine mexicano, ya es solo recuerdo. Ha muerto el cine y ahora solo vive el cine de estados unidos.

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