El regreso a la nueva normalidad pareciera que nos va a condicionar a cambios radicales en nuestra manera de vivir. Preparémonos en lo personal

La pandemia del COVID-19 es acaso la epidemia mundial más importante de los últimos cien años. Son tiempos de incertidumbre. Se trata de una experiencia transformadora en lo económico, para una sociedad que quizás nunca había estado tan interconectada.

Muchos han comparado esta situación con la crisis bursátil del 29 de octubre del 1929, el llamado “crack” de la Bolsa de Valores de Nueva York, en Wall Street, un evento que colapsó la economía mundial. Recordemos que, en aquel momento se vivieron tiempos de incertidumbre. El mundo se estaba recuperando de la Primera Guerra Mundial y la economía norteamericana era sostén de muchas otras en el mundo, en especial de la mexicana.

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En estos momentos, muy similar a lo que ocurrió en aquel 1929 con la iglesia, el gobierno desconoce la intervención de los empresarios, llamándolos ‘neoliberales’ o conservadores (como antes les llamaron cristeros). No existe un verdadero partido de oposición que suponga una verdadera fuerza de contrapeso como en aquél entonces.

En 1929, la caída del PIB fue aproximadamente del 6% pero este 2020, las estimaciones suponen que en México la caída será superior. Esto trae como consecuencia una baja en la renta nacional, lo que implicará poca recaudación fiscal y desempleo, además de que la mayoría de los programas sociales no se podrán cumplir.

La pandemia está afectando también a los hombres en edad productiva, mucho de ellos sustento de la familia y esto cambiará el mundo actual como los conocemos. En tiempos de incertidumbre recordemos dos principios fundamentales de todas las ciencias (tanto ciencias de la salud, como económicas): el principio de incertidumbre y el principio del caos.

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El principio de incertidumbre nos permite entender que en las mejores condiciones nada volverá a ser igual. Es decir, si estamos por segunda ocasión con una misma persona, en un mismo lugar, las cosas no volverán a ser las mismas, serán diferentes, por el simple hecho de que es la segunda vez que estamos ahí.

Por su parte, el principio y la teoría del caos nos plantea que lo único certero después del caos es que las cosas se vuelven a ordenar de manera distinta, después del desorden viene un nuevo orden.

Sabemos ya que la cuarentena ha afectado a la economía del mexicano, que de por sí ya estaba dañada. La cuarentena no sólo aumenta el desempleo, sino que disminuye la remuneración económica. Es decir que algunos recibirán un poco menos por el mismo trabajo que realizaban antes de la pandemia.

Por eso es momento que las personas desarrollen un plan B, en caso de que tengan que enfrentar el desempleo.

Esto seguramente nos obligará a crear un nuevo orden económico y social con lo que enfrentaremos esta crisis económica: en algunos casos, el desempleo será sustituido por el autoempleo.

Sugerencias para el autoempleo en tiempos difíciles

Algunas acciones que ayudarían en caso de tener que auto emplearnos en este nuevo orden económico del que se habló anteriormente son las siguientes:

• Hacer un estudio de mercado que nos permita utilizar nuestra habilidades y conocimientos para entrar a un mundo orden económico.
• Cambiar el manejo del capital, usar cada vez menos el efectivo y más transferencias electrónicas, lo que facilita el comercio a distancia.
• Volver al antiguo modelo del trueque, que podrá ser servicio por producto, producto por producto y servicio por servicio.
• Incrementar el home office, algo que ha abierto las posibilidades de nuevos trabajos o negocios desde casa, pues se ocupa tan solo un teléfono inteligente y/o una computadora.
• Explotar conocimientos que no había sido ocupados hasta ahora, como el manejo de idiomas, la aritmética, ya sea para ofrecer clases o, en su momento, hacer traducciones.
• Preparar alimentos para banquetes, pasteles, comidas, etc.
• Desarrollar nuestros pasatiempos como una alternativa económica para la jardinería de la casa, trabajos de electricidad o mecánica.
• Aquellas personas que saben y entienden de costura, crear prendas de vestir o de otros usos como cubreasientos, delantales o camisetas conmemorativas y hacer uso de las redes sociales para su venta.
• Hacer uso de nuestros conocidos para crear una cartera de futuros clientes.
• Hacer uso de nuestras habilidades para crear productos o servicios que tengan demanda: tal es el caso de los cubrebocas o mascarillas, que en su mayoría son productos de fabricación casera. ¿Cuántos productos como éstos son necesarios y aún no se identifican como un nicho potencial de mercado? Por poner un ejemplo, a últimas fechas se han venido introduciendo nuevas costumbres, como la de limpiar los zapatos a la entrada de la casa. Algunas personas han desarrollado una variedad de charolas o recipientes para este uso, casi todas de fácil fabricación y con materiales como el hule espuma.
• Empezar a vender aquellos productos que no se utilicen en casa, a modo de reunir cierto capital para emprender un nuevo negocio.
• Muchas empresas buscan encuestadores o bien encuestar a personas a cambio de una remuneración económica.

La anterior es tan solo una pequeña lista de una serie de oportunidades que cada persona tendrá que ir diseñando con calma y creatividad, aprovechando sus capacidades de modo de acoplarse, como primer paso, a este nuevo orden.

Dr. Dupont//J.F. Sotomayor.