El Chaute es una planta endémica de México en donde los antepasados sacaban de la raíz, un engrudo o pegamento para fijar los colores en las jícaras y en otros tipos de objetos.

La palabra “Chaute” es un vocablo náhuatl que proviene del aztequismo chautle, que es metátesis de tzacutle, engrudo o pegamento; en consecuencia significa “lugar de orquídeas” porque se refiere a una planta clasificada científicamente como del género de las orquídeas, familia de las bletia campanulata, de la que existen diez especies diferentes que han sido estudiadas en la región.

Los antepasados sacaban de la raíz de esta planta, un engrudo o pegamento para fijar los colores en las jícaras y en otros tipos de objetos.

En el Municipio de Concordia existió una comunidad de nombre “El Chaute”, debido a la abundante planta en este lugar que fue habitado por dos familias hace 60 años atrás.

A 5 km aproximadamente de la sindicatura de Mesillas, se ubican las ruinas de una de las casas de este pequeño asentamiento, alrededor de esta zona existieron distintas viviendas distribuidas en diferentes puntos de los caminos de terracería Mesillas-La Pastoría y Mesillas-Aguacaliente de Gárate.

Entre las más conocidas destacan El Chilillo, Los Horconcitos, Los Coyotes, El Guayacán, Prado, La Peña, El Rancho Viejo, El Chaute, El Coacoyol, La Mesilla, El Habal, Los Remos, Los Tortugos, etc.

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Era una costumbre que las familias vivieran en ranchos gran parte del año, las circunstancias fueron tan favorables que así lo permitían, las constantes lluvias abarrotaban de agua a los arroyos que la agricultura y la ganadería se volvieron el principal sustento para estas personas.

Durante la temporada de aguaceros, agricultores de Mesillas aprovechaban las precipitaciones y lloviznas para trasladarse a estas tierras y sembrar maíz, chiles, entre otros vegetales.

A unos cuantos metros de las ruinas de El Chaute, se encuentra una tumba que perteneció a Regino Rodríguez quién falleció justo en ese lugar, más no fue sepultado ahí, sino que solo hicieron esa tumba con la cruz a manera de "ofrenda", ya que su esposa así lo pidió, dijo que exactamente en ese punto su esposo dio su último suspiro.

Este señor fue uno de los tantos campesinos y agricultores de antaño que habitaban en estas viviendas con sus familias, hechas con ladrillos de adobe crudo y paredes recubiertas con lodo, un horcón en medio del techo que fungía como viga para soportar el peso del tejado, ventanas de madera y otros elementos naturales que hacían de estas casas antiguas unas estructuras firmes que resistían las inclemencias del clima.

Este tipo de ofrendas eran una tradición en aquel entonces, se acostumbraba realizar pequeños montículos de piedras con una cruz o túmulos de cal y ladrillo en el sitio donde las personas experimentaban el fin de su existencia.

Esto con el fin de recordarlos a través de algunas de sus pertenencias colocadas en el monumento y veladoras encendidas, que significan la luz, la fe y la esperanza y se utilizan para guiar a las ánimas de regreso a sus hogares. En algunas comunidades indígenas, cada vela o veladora representa un difunto, por lo que la cantidad dependerá del número de almas que quieran recibir.

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Al inicio del camino que conduce a este lugar, se aprecia un largo cerco de piedra, el cual es una clase de construcción de masonería que se ha utilizado durante miles de años.

Los primeros muros de piedra fueron construidos por agricultores y personas primitivas amontonando piedras de campo en una pared de piedra seca.

Posteriormente, se utilizó mortero y tiza, especialmente en la construcción de murallas, castillos y otras fortificaciones. El camino es transitable, sin embargo, está algo retirado de El Chaute, son muchas subidas en todo el recorrido y a los costados se observan bastantes labores que pertenecen a los comuneros de la zona, pero vale la pena visitar estos sitios recónditos del Municipio de Concordia y disfrutar las historias poco conocidas que guardan cada uno de estos.

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